En las barrancas del río Paraná, hace alrededor de dos siglos, las peleas contra las potencias imperialistas por la soberanía de las vías fluviales marcó esta historia. También en el mismo período, el endeudamiento con bancos de la potencia británica empezaba a condicionarnos.
Es esta la nación que fue fundada producto de la imposición de las potencias. Y no precisamente la independencia que recordamos en actos patrios con frases célebres que añoran un pasado soberano pero que poco tiene que ver con este presente.
Es que de soberano nos queda solo nuestra fuerza de trabajo, cada vez peor paga. Nuestro tiempo de trabajo, cada vez más explotado en múltiples empleos para llegar a fin de mes.
Por ferrocarriles, puertos y barcos que no son argentinos; a través de letras, deudas y bonos en propiedad de Fondos de Inversiones globales, se va el esfuerzo transformado en riqueza.
¿Cómo puede ser, que en un país con esta estructura productiva, un grueso de la población no pueda parar la olla?
La marcha de hoy frente a la Bolsa de Comercio de Rosario puede ser una bisagra. De pelea y recomposición de unidad del pueblo trabajador para hacer popular, concreta y real la soberanía política y la independencia económica.