Empresas asentadas en lo nacional con acciones cruzadas con multinacionales norteamericanas, dedicadas fundamentalmente a la alimentación, agroexportación y energía, tomaron la iniciativa en el gobierno. Eso es Massa. Y son ellas -y no el ministro y sus intenciones- las que ejecutan las políticas de gobierno. Es el panamericanismo que retomó la senda porque se defiende de otra fracción financiera global, con mayor asiento en los bancos europeos.
En un escenario de guerra y crisis orgánica, son las fracciones de capital las que rapiñan de un lado u otro para apropiarse de mayor riqueza. Ellos necesitan esa liquidez de reservas que poco tiene que ver con el bolsillo del laburante. ¿O acaso qué significa el dólar soja, más que un subsidio para una porción pequeña del complejo agroexportador?
Esta guerra es la que hace pelear al movimiento trabajador en diversas antinomias. Por ir y venir, nos entretenemos en un partido que no es el nuestro.
Tomar nota no es denunciar lo malos o buenos que son quiénes gobiernan. Es disponerse a ejercer y construir un poder que permita autonomía de esas clases dirigentes que hasta justifican paritarias a la baja. Es animarse a un protagonismo que tuvimos en las gestas históricas. O es ser, como ahora, furgón de cola de una guerra ajena.