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or medio de su fondo Global Infrastructure Partners (GIP), BlackRock adquirió dos puertos ubicados en la entrada y la salida del Canal de Panamá. Le pagó 22.800 millones de dólares a CK Hutchison, holding con sede en Hong Kong, titular además de otros 53 terminales marítimas en 24 países.
Larry Fink, presidente y director ejecutivo de BlackRock, dijo que esta adquisición responde a una estrategia de infraestructuras que busca “facilitar el crecimiento global”. Pero además lo posiciona como un actor clave en el tablero geopolítico global, donde el control de rutas comerciales es más crucial que nunca.

Los puertos de Balboa (en la salida al Pacífico) y Cristóbal (sobre el Mar Caribe) son cruciales en la vía marítima del Panamá por el que circula el 5% del comercio marítimo mundial. De los contenedores que lo atraviesan, el 73% corresponde a operaciones de importación o exportación desde Estados Unidos. El segundo usuario es China, con un 21,4% del volumen de carga.
Actualmente BlackRock gestiona un volumen de fondos que supera el PBI de todos los países del mundo, salvo EEUU y China. Es además uno de los principales accionistas de empresas como Apple, Walmart, o las farmacéuticas Pfizer, Merck, y Johnson & Johnson.
Junto con Vanguard y State Street, forman parte de los llamados “Tres Grandes” en el mundo de las finanzas: fondos de inversión que controlan una red compleja de activos globales, con participaciones cruzadas en múltiples sectores.
Tensión global
Fink informó de esta operación previamente a figuras clave de la Administración estadounidense, como el presidente Donald Trump y el Secretario de Estado Marco Rubio.
Desde antes de asumir, Trump agitaba su propuesta de recuperar el control del Canal para Estados Unidos. El mes pasado Marco Rubio anunció que Panamá se había comprometido a no renovar el acuerdo comercial con China sobre la Ruta de la Seda y aseguró que habían llegado a un acuerdo para que los buques estadounidenses no pagaran peajes.

La Autoridad del Canal de Panamá lo desmintió. El presidente panameño, José Raúl Mulino, también rechazó las declaraciones de Rubio, calificándolas de falsas e intolerables, y reiteró que todos los barcos, sin importar su origen, deben pagar peajes según el tratado de neutralidad de 1977.
Este enfrentamiento refleja las tensiones geopolíticas entre EEUU y China mientras Panamá pretende mantener su control soberano sobre esta vital ruta marítima. Los norteamericanos buscan fortalecer su influencia en la región. China acaba de inaugurar puerto propio en el Perú: el más grande de sudamérica.
Ruta clave
Por el CdP circulan 14.000 barcos por año, lo que la convierte en una de las vías marítimas más transitadas del mundo, junto con el canal de Suez (con 22.000 buques anuales). Sus servicios son utilizados por cerca de 170 países, reduciendo el tiempo de entrega de las mercancías desde Asia hasta la costa este norteamericana: 20 días de navegación entre ambos puntos. Si el recorrido fuese por el cabo de Hornos, en Sudamérica, son 35,6 días. A través del cabo de Buena Esperanza, en África, 31,6 días. Y 29,5 días si se navega por el canal de Suez.