E
l superávit fiscal del Gobierno, que se explica en gran parte con la trituración de las jubilaciones y otros ingresos del sistema público (empleados estatales y sistema universitario), tuvo un solo objetivo: condiciones para que el mercado financiero pueda valorizar en corto plazo su dinero.
En el medio, nos tiraron el anzuelo de pensar que el problema del déficit era el salario de un empleado público al son de “viven de la nuestra”.
Pero no solo que empapelaron el Central para obtener dólares y así cobrarse los bonos que ellos comercian, sino que aumentaron la base monetaria con emisión.
Desde que asumió Javier Milei, la emisión en pesos no paró. Por más que no haya impresión de billetes
(como algunos defienden) hay intereses y pesos digitales. Movimientos que expanden ese dinero en pesos y que va
construyendo la bola de nieve que ellos mismos criticaron.
Estos últimos días quedó más en evidencia. El Estado subsidia a los bancos para inmovilizar dinero. Y el superávit que el gobierno celebra cumple una doble función: comprar dólares para darle liquidez a las reservas y seguir comerciando dinero en el mercado de la deuda en pesos.
Los intereses que ellos capitalizan día tras día de algún lado sale. Queda claro entonces quiénes son los que viven de la nuestra.