El estado de Israel continúa agitando la guerra en Medio Oriente. Además de la masacre contra la población civil de Cisjordania (Palestina) que suma rechazos a nivel internacional, el jueves pasado bombardeó Saná, la capital de Yemen, resultando heridos de muerte el primer ministro, Ahmed al-Rahawi, y una decena de funcionarios.

Las fuerzas hutíes asentadas en Yemen y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han mantenido un frente abierto desde octubre de 2023. Los hutíes han atacado embarcaciones en el Mar Rojo con destino a Israel y también han realizado lanzamientos de drones y misiles contra diferentes puntos del estado hebreo.
El cargo de primer ministro ahora será cubierto por Muhammad Ahmed Miftah.
Israel es parte de las fuerzas del globalismo sionista, junto a la OTAN y el Foro de Davos. Es el polo global que representa los intereses de las citys financieras y las fracciones personificadas en los Fondos Comunes de Inversión (como BlackRock y Vanguard). También se encuentran alineados aquí los bancos como JP Morgan, del cual cinco funcionarios del actual gobierno argentino han sido empleados –como señala un artículo de Miguel Julio Rodríguez Villafañe– a saber: Luis Caputo (Economía), Santiago Bausili (Banco Central de la República Argentina), Pablo Quirno (Finanzas), Vladimir Werning (vicepresidente del BCRA), José Luis Daza (vice ministro de Economía) y Demian Reidel (presidente de Nucleoeléctrica Argentina y ex jefe de Gabinete del Consejo de Asesores).

Es así que esta alianza sionista de las finanzas globales tiene explícitos intereses en el territorio argentino. Días antes del ataque que lanzó contra la capital de Irán, el primer ministro de Israel recibió al presidente argentino, Javier Milei, en el parlamento israelí. Allí Milei anunció, “con orgullo”, la intención de mudar la Embajada argentina a la ciudad de Jerusalén. Ya en pleno fuego cruzado contra Irán, trascendió la noticia de que el gobierno israelí planea reubicar su base regional desde Santiago de Chile hacia Buenos Aires.
