El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne ya lo había dicho el 7 de diciembre: Argentina necesita 30.000 millones de dólares para afrontar el déficit fiscal. ¿Por qué? «Hay un riesgo de iliquidez porque el programa financiero es grande y el mercado de capitales local es chico», diagnosticó Dujovne apuntalando el objetivo de fondo para el país: desarrollar el mercado local de capitales como modo de integración, financiera, con el mundo.
De hecho, en aquel cierre de 2017 fue cuando la Alianza PRO-UCR puso todas sus reformas sobre la mesa. Además de la Previsional y la Laboral, el Pacto Fiscal con las provincias y los cambios impositivo, la llamada Ley de Mercado de Capitales estaba también lista para entrar al Senado. El oficialismo decidió que no. Gustavo Cañonero, partner de la operadora financiera SBS, dijo que no es una buena señal «porque sigue dilatando algo que el mercado financiero necesita y espera». La resistencia popular le puso freno.
Dujovne dijo entonces también que «necesitamos un mundo que se mantenga tranquilo, porque si no tendremos que revisar el programa». Ese día llegó.
Y la revisión es lo elocuente: no se trata ya de deuda emitida por medio de letras y bonos que pululan en las bolsas financieras sino de un crédito del Fondo Monetario Internacional.
EEUU con su fuerte política de valorización del dolar, pone en zozobra los planes de gobernabilidad de los países que pretendan apostar por el esquema multipolar de la ONU, el libre mercado de la OMC y las inversiones chinas.
Las disputas por arriba juegan y dan margen de oportunidad para las que se libran desde abajo.