Pocas veces hubo tantas coincidencias en los trabajadores contra las políticas de gobierno que no dejan de impactar en la vida de los argentinos. A eso se le suman el grueso de las pequeñas y medianas empresas, sectores de la propia Unión Industrial Argentina (UIA) y hasta las patronales agropecuarias que en 2008 realizaron el lock out contra el entonces gobierno de Cristina Fernández.
La forma de resolver el problema, para la gran mayoría, sigue siendo octubre. Algunos plantean que se cambia pero con lucha en las calles -como los que impulsan el paro del próximo martes- y otros directamente dicen que es cuestión de esperar.
Dado el tamaño del enemigo que se enfrenta, ¿es el espectro opositor la medida de la nueva unidad nacional?. Hay unidad pero cada vez más adentro de la cancha del enemigo.
Mientras tanto, con el dólar imparable, vale el interrogante si otra vez será el conjunto del pueblo trabajador el que pague estos años de acumulación inédita. Hasta los propios inversores financieros llaman a cambiar la fórmula que pretende reelegirlo a Macri.
La pregunta es si esta devaluación previa a octubre, no es un nuevo acomodo en los sectores del capital -fundamentalmente exportador- para terminar de asegurar su capitalización iniciada como inversión financiera.
Solo como comparación, el mundo vive hoy tensiones más agudas que las del propio 2001. ¿Cuál es el saldo de la experiencia vivida para no repetir una película que solo consiste en el padecimiento del pueblo y su transferencia de recursos a los dueños -hoy del dinero-?
El debate es si seremos otra vez el pato de la boda o habrá -por lo menos- una iniciativa de poder que marque aunque sea la cancha para decir que esta vez también el pueblo quiere saber de qué se trata.