La crisis toma su dimensión definitiva cuando se vislumbra entre los pliegos de la piel de un abuelo, en el rostro de un niño. En uno y otro extremo de la vida lo que aparece como fría estadística, moviliza a la acción para que nada falte ahí donde la solidaridad lo es todo.
Los pliegues de la piel
«Somos todos voluntarios los que gestionamos el lugar», contó Hilda de Sereno, empleada de comercio jubilada, pensionada de la provincia y referente del Centro de Jubilados y Pensionados de Zona Oeste, en el Barrio Quintitas Golf. La institución, que funciona en un anexo de la Vecinal, realiza talleres de pintura, memoria, gimnasia y presta servicios de salud como enfermería, pedicuría, además de la entrega de un bolsón de mercadería provisto por el PAMI para 202 jubilados y pensionados de la zona. «Antes estábamos semanas llamando hasta que venían todos a buscar la ayuda alimentaria. Este mes empezamos el lunes y el jueves solo nos quedaba un bolsón, nunca nos había pasado esto», describió Hilda quien hace 17 años es parte de la institución y dijo que «nunca habíamos tenido que pasar por algo tan profundo, aunque te parezca mentira».
Romero: «La mayoría de las personas mayores que concurren aquí han empezado a trabajar de nuevo ya viejos, porque la jubilación no les alcanza»
«La situación hoy está muy difícil: influye la cuestión económica general, el aumento de las tarifas, los recortes de medicamentos del PAMI, todo. La mayoría de las personas mayores que concurren aquí han empezado a trabajar de nuevo ya viejos, porque la jubilación no les alcanza», explicó Rogelio Romero de 72 años quien, tras dejar su oficio de albañil de toda la vida hoy continúa trabajando en un remise además de desempeñarse como presidente del Centro de Jubilados. Su ocupación le permite, de paso, alcanzar «las cosas a la casa de los abuelos que no pueden moverse». Ambos, muestran preocupación por las bajas temperaturas del invierno y las dificultades que ya han experimentado los abuelos para pagar el precio por calefaccionarse: «no tenemos muy buenas perspectivas», comentaron. Inclusive tampoco para los pensionados y pensionadas que «con el aumento, están cobrando un poco más de 9 mil pesos. Imaginate que hay algunos que tienen menores a cargo, se hace imposible», advirtieron.
Los niños
En el descampado de la esquina de Sanavirones y 17 de octubre, en Barrio Jardín Norte de nuestra ciudad, un mechero sobre el pasto da calor a una olla humeante de chocolate caliente. Poco a poco, guardapolvos blancos del primario se acercan y toman asiento en los bancos ubicados sobre la tierra, que hace las veces de vereda y de piso del improvisado merendero. «La copa de leche la servimos hace varias semanas los lunes, miércoles y viernes, a unos 50 o 55 chicos», contó Marisa Busto, una de las mamás que junto otras 40 madres, padres y abuelos -todos vecinos de Barrio Jardín Norte y 130 viviendas- han conformado un grupo autogestionado que brinda a los chicos del barrio la merienda. «No solo nosotros, sino todo el barrio, todos estamos en crisis», describio Busto. Es por esto que, además de la merienda, «los sábados desde hace seis meses entregamos la comida para más de 150 personas, y nos quedamos cortos», advirtió.
Castro: «Nos organizamos dividiéndonos en grupos entre las 43 familias: unos vienen los lunes, otros los miércoles, otros buscan donaciones y así»
«Salimos a pedir en panaderías, juntamos un poco de plata cada familia, hacemos números de rifa y compramos todos juntos para que los chicos puedan merendar, comer», explicó Busto «Nos organizamos dividiéndonos en grupos entre las 43 familias: unos vienen los lunes, otros los miércoles, otros buscan donaciones y así», ilustró Ivonne Castro, otra de las mamás que organizan el merendero-comedor. «La recepción cuando se pide es bastante buena, sobre todo en panaderías. La misma gente del barrio avisa cuando le sobra pan», dijo Castro. Para la olla popular no reciben ninguna ayuda: «generalmente hacemos guiso porque tenemos un solo mechero y otra cosa no podemos hacer». Enunció también que de instancias de gobierno «no nos dan ayuda porque cocinamos acá en el campito porque no tenemos lugar y eso impide que puedan ayudarnos», pero explicó que sí trabajan con organizaciones sociales como CTEP y Seamos Libres: «la idea con ellos es hacer talleres, apoyo escolar y otras cosas, pero sin sede no puede hacerse». «Lo que pedimos a la gente es que nos ayude con donaciones. Si pueden, contactarse al teléfono 3584305403», solicitaron.