Luego del Correntinazo y el asesinato de Juan José Cabral, el 16 de mayo, en repudio a los sucesos de Corrientes en la Facultad de Medicina, el rector de la Universidad Nacional de Rosario decidió la suspensión de las actividades durante tres días. Los estudiantes se congregaron en el Comedor Universitario, desde donde marcharon por el centro de la ciudad. La policía reprimió la manifestación que coreaba «Acción, acción, acción para la liberación». Mientras tanto, desde la Capital Federal se anunció que se habían despachado refuerzos policiales a Corrientes y que la Gendarmería Nacional de Formosa estaba acuartelada en previsión de acontecimientos similares.
Se realiza una asamblea con 600 estudiantes en Rosario y se convoca a Paro para el 20 de mayo. Adhieren las asociaciones docentes. Se posicionan FUMNR, MOR y FEN. Hay movilizaciones estudiantiles en Rosario, Córdoba, Tucumán, La Plata, BsAs, Mendoza, Bahía Blanca, Salta.
El movimiento obrero reclamaba por el aumento de tarifas de trenes, gas y nafta. Hubo 164 cesantías en Químicos (Electroclor). Telegrafistas, Obras Sanitarias, Bancarios y Foecyt reclamaban aumentos salariales. Inquilinos movilizados. Vecinales reclamaban por las recientes inundaciones en los barrios de Rosario. Las 62 Organizaciones rechazaban la anulación de la Ley de Asociaciones Profesionales y los Convenios Colectivos de trabajo.
La UOM – Rosario convoca a paro para el 23.
En Córdoba hay paro en rechazo a la represión a los trabajadores del «SMATA», que se habían reunido en asamblea (5000 trabajadores) el 14.
Desde la madrugada del 22, Rosario fue declarada zona de emergencia bajo jurisdicción militar. El general Roberto Fonseca quedó al frente del gobierno. Entre patrullas de gendarmería, 89 personas fueron detenidas como consecuencia de la marcha. El 23, un grupo de 38 sindicatos dispuso la realización de un masivo paro industrial. Junto con una declaración de los sectores de la Iglesia más afines a los grupos obreros, la huelga fue un duro revés para el gobierno. Más de 7000 personas acompañaron al féretro de Blanco en su procesión hacia el cementerio y los obreros de la Unión Ferroviaria, que había adherido al paro, se manifestaron contra la suspensión de los delegados que tomaron la medida. El conflicto en los ferrocarriles sería agudo y desembocaría directamente en el Segundo Rosariazo pocos meses más tarde. Mientras tanto, la oposición al gobierno se materializaba en la negativa de numerosos eclesiásticos a celebrar el Te Deum del 25 de mayo y pocos días más tarde en la insurrección del Cordobazo, seguido de un paro nacional. Cuando el 20 de junio el general Onganía visitó el rosarino Monumento a la Bandera, la CGT lo declaró persona non grata.