El Estado es el resultado de quiénes se imponen en una disputa determinada y no es, justamente, lo que llamados el aparato del Estado el que impone por sí la resultante de esa disputa. El Estado es la síntesis política de las luchas y avances de las clases y sus sectores. El envío de la Gendarmería para cuidar Vaca Muerta por parte del Gobierno nacional con el argumento de cuidar unos de los principales activos del Estado nacional, es una muestra más.
Porque para el mismo gobierno que llevó adelante el «achicamiento» del Estado para la llegada de inversiones, ahora propone defender el interés nacional. Y la contradicción no está en las cambiantes formas con las que decide un gobierno, sino en cómo se defiende cada sector del capital en cada paso que da para no dejar de perder su posibilidad de acumulación. Más, en un contexto mundial de guerra comercial y de depreciación económica. Es guerra, por distintas formas, porque no deja de haber bandos que se enfrentan.
En ese trajín, las herramientas pasan a tener un relativo y arbitrario rol. A veces, para los grupos económicos, es mejor un Estado que proteja y otras veces conviene formas regulatorias que permitan abrir el juego.
Lejos está, al parecer, la sociedad para orientar ese resultante en las peleas. Y más lejano aun, si seguimos entretenidos en la arbitrariedad instrumental a la que nos proponen jugar. Así, cada quien, no puede dejar de ser más que lo que ese juego le permite.
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