¿Cómo entender estos nuevos tiempos y circunstancias? ¿Cómo no sentirnos vulnerables y con miedos, cuando la amenaza de una peste letal planetaria nos coloca en la incertidumbre de la existencia confinándonos al grado elemental de la sobrevivencia? ¿Qué se juega en éste nuevo tiempo sin tiempo?
La vida humana sin querer y por obligación se desplazó velozmente a la vida de lo propio y privado, lo social en riesgo abandonó la calle y lo público se escapó por el portal de la virtualidad. Algo se rompió y de repente el afuera y el adentro ya no fue lo mismo, se perdieron las certezas y seguridades de ese suelo firme.
Desde ya hace tiempo, ensayistas, pensadores y escritores del mundo de la ciencia, la filosofía y la literatura, de distintas maneras imaginaban y vaticinaban que, con la tecnologización y digitalización del mundo, es de preverse futuros excluyentes de trabajo, de precarización laboral y de una vida degradada (según el Banco Interamericano de Desarrollo, el 65% de los trabajadores de la Argentina se encuentran en ocupaciones que podrían ser automatizadas). Hoy podemos decir que sin permiso ese futuro llegó, se hizo presente entre nosotros.
Al ritmo de la fuerza de una Pandemia que se jacta por atacar a los cuerpos y a las relaciones sociales, aislando y primarizando la vida, como en un ensayo anticipado a lo imaginado, coloca al hombre en el umbral de la artificialidad del tiempo y de la existencia, traspasando las fronteras de los espacios que hacían a las relaciones vitales. Es un tiempo que se fue para adentro, y se encontró con esa virtualidad digital que nos atraviesa.
Si existía ya cierta superposición de las esferas pública y privada, que problematizaba y transformaba nuestra idiosincrasia y vida social, podría decirse que estas nuevas circunstancias, de peste y cuarentena, modificó y complejizó aún más la existencia. No solo porque tengamos vedado el espacio social -trabajo- y público -acción-, además porque esos espacios invadieron y subsumieron la vida privada -producción- (lugar de descanso, vida de intimidad, de la reserva, de contención afectiva, etc.), y todo bajo la tiranía de la digitalización de la vida.
Si veníamos en un movimiento que iba de lo privado al lugar de lo público, en éstas circunstancias, ha cambiado. El coronavirus obligó al confinamiento en la casa, y significó que ese desplazamiento, y ahora de yuxtaposición de esferas, tenga una dirección contraria, haciendo que el lugar social y público del encuentro tenga su exclusividad en el ámbito privado. Si lo social y público era invadido por lo privado en una espectacularización de la vida, hoy al menos circunstancialmente, hemos cambiado de mano o girado drásticamente. Es así que, la vida privada fue rodeada, pero en una suerte de Pangea social y pública que se virtualiza, alterando y sofocando las vidas personales y por ende lo que quedaba y tenía de particularidad la vida privada.
En principio esto implica aislamiento, soledad y planteos existenciales pero que no se cierran en sí mismo, como una vuelta a esa casa perdida, sino como una vuelta cargada de compañías, llevando lo que estaba afuera adentro de la reclusión. Es así que, habitamos una ampliación de lo social y público amalgamado en lo privado, donde las fronteras se borran y confunden, todo en uno y nada para sí. Lo que era el escape, reducto del descanso e intimidad, fue invadido por la virtualidad de lo social y público, de interacciones e interrelaciones sin límites, sin fin, hasta el agotamiento personal. Es así, que la productividad y el rendimiento llevada a casa opera como mandato cultural, de un sistema capitalista, sobre la conciencia humana, traduciéndose en una digitalización, del trabajo, de la comunicación y de la vida misma. El filósofo sur coreano, Byung Chul Han dice, que el mundo se conduce hacia una “sociedad del cansancio”, impulsada por el rendimiento, lo autoreferencial y la autoexplotación. Un mismo espacio, un mismo lugar, un mismo tiempo virtualizado y viralizado que diluye identidades, desgasta, enferma y lleva al agotamiento. “EL exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación” y agrega, ésta autoexplotación “es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad”
En éste nuevo escenario de desplazamiento inesperado, que potencia las relaciones telecomunicacionales, y en particular el teletrabajo, pasan a ser de pronto la forma por excelencia de relación y comunicación. Más allá de la resistencia o el encanto cibertecnológico que provocan estos tiempos, se impone inexorablemente una nueva forma de subsistencia y de vida en el mundo, con sus consecuentes críticos que hacen a esa sociedad mejor, justa, igualitaria libre y democrática.
En éste sentido, es de saber y advertir que todo cambio siempre ocurre sobre la base de intereses e intencionalidades, visibles y ocultas, que se ponen en juego en el sistema y estructura de poder que rigen a una sociedad. Por lo que, se hace necesario entender rápidamente que se transita a un estado de mayor artificialidad, mayor productividad, sofistificación, desregulación del tiempo, que en última instancia tiende a ser de mayor control. Retomando a Han “Hoy en día, no solo somos presos o víctimas en un panóptico digital controlado… no solo estamos atrapados. Nosotros mismos somos perpetrados. Estamos involucrados en el panóptico digital”. Lejos de una autonomía y emancipación del hombre por el contrario pareciera presentar, en principio y desde una perspectiva crítica, un alto riesgo de mayor deshumanización.
Sobre la base de la fascinación, el encanto, la promesa de comodidad y confort que genera el mundo digital, lleva al hombre a una aceleración desenfrenada, de hiperactividad digital y sobre-estimulación informativa, que desemboca en un agotamiento psicofísico y debilitamiento del pensamiento crítico. Por supuesto, ello no es gratuito, se paga con la salud.
Así actualmente, en el ámbito de la educación y por lo que hoy llamamos “teletrabajo”, emergen algunos relatos que preocupan. Por ejemplo:
“El “teletrabajo” o teleeducación que realizamos hoy, además de todas las complicaciones y limitaciones materiales y humanas, es una actividad donde el 80% somos mujeres, muchas jefas de hogares y además, en un 60% que tenemos hijos menores de 18 años, significa mucho más que un esfuerzo”.
Se observan dos cuestiones para referir, por un lado, una que tiene que ver con lo dicho más arriba, la unificación de esferas, donde se da una superposición de labores en un tiempo que se confunde implicando la multiplicación del esfuerzo, sobrecarga y agobio (ya encuestas dan cuenta de ello 47% agobio, 35% más cansadas -Depto. Cymat Sadop Nación-) . Por otro lado, y en continuidad, otra que tiene que ver con una desregulación del trabajo a distancia, con sus consabidas consecuencias de precarización, de desprotección legal y de cuidados que hacen a la Salud laboral y Condiciones de medio ambiente de trabajo -Cymat -.
“Yo decidí dar lo mínimo, no perder el vínculo empático y tratar que nadie abandone … …pero con la idea de mantener el vínculo pedagógico, dentro de la lógica de la productividad salimos al encuentro del educando en un territorio poco explorado, que ante limitaciones físicas y humanas nos provoca angustia e impotencia, … … considero que se profundiza la desigualdad existente …las carencias socio-culturales son irrecuperables en el mundo digital … …veo muchos docentes automatizados, intentando sostener cosas con la ilusión de mantener cierta normalidad … … como si nada estuviera pasando”.
En este relato, se puede apreciar, por una parte, cierta pérdida del sentido de realidad y de conciencia ante un exceso de novedad y labor, que sofoca e impide el sentido reflexivo-crítico que requieren estos nuevos contextos, para no reproducir prácticas hoy imposibles y antipedagógicas. Por otra parte, deja manifiesto el inmenso déficit que tiene el sistema de protección social, el virus no discrimina en términos médicos entre sus víctimas, en su impacto social y económico, discrimina, y de la peor forma, a los más débiles y vulnerables.
Como conclusión final, cabe señalar tres cuestiones fundamentales;
En primer lugar, la yuxtaposición de las esferas, pública-social-privada, que es circunstancial en tiempo de cuarentena, en mayor o menor medida, convivirán en el futuro y que darán origen a nuevas configuraciones de socialización.
En segundo lugar, este tiempo excepcional de confinamiento y reclusión, a pesar de los pesares, abre la magnífica oportunidad de vernos a nosotros mismos en el mismo acto de recogimiento y finitud, de pensar y pensarnos como seres sociales y humanos para un nuevo orden social.
Por último, y en tercer lugar, tomar a toda esta marea tecnológica y telemática del trabajo y la comunicación, con todo el sentido más crítico que pueda lograrse para no ser reos de la determinación servicial de máquinas y de ocultas y oscuras intenciones de poderes egoístas que degradan la vida humana.
“Eran sirenas que, con su inmensa dulzura y musicalidad, atraían a los barcos de marineros, que embelesados saltaban del barco para escucharlas mejor, siendo ellos devorados en las aguas… Ulises ordenó a sus hombres taparse los oídos con cera para no escucharlas y se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos. Escuchó y disfrutó de la dulzura del canto sin sufrir daño alguno.” -Extractos del Mito la Iliada y la Odisea-