Los trabajadores organizados encuentran en el asociativismo y la autogestión la alternativa para sostener las fuentes laborales que. por los efectos de la pandemia y la crisis en el mercado del trabajo tradicional. hacen estragos en la población ocupada del país.
Del total en lo que va del año (263), el 95 % corresponde a cooperativas de trabajo (o sea, 252 de ellas), la mayoría vinculadas a actividades de cuidado de personas y recolección de residuos, mientras que un porcentaje menor fueron agropecuarias (7), de vivienda (2), de provisión de servicios y apícolas (una en cada caso).
Se estima que, al finalizar el año, el número alcance a 800 entre cooperativas nuevas y aquellas formadas a partir de empresas recuperadas, y totalicen en 4.000 las cooperativas formalizadas en el período 2018-2021.
El pico creciente de nuevas empresas gestionadas por sus propios trabajadores se elevó durante los últimos años. Durante las restricciones sanitarias del 2020, donde se perdieron miles de puestos de trabajo en relación de dependencia en la Argentina –pese a las prohibiciones establecidas por el Gobierno Nacional-, se crearon 689 empresas auto gestionadas.
Durante la crisis laboral ocasionada por el modelo productivo del gobierno de Mauricio Macri, se matricularon 508 cooperativas en el 2018 y 700 más en el 2019, según relevó la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (CONARCOOP), en base a información del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES).
“El cooperativismo es una herramienta productiva y de inclusión”
Para Ramiro Martínez, presidente de CONARCOOP, “las crisis como la del 2001, los cuatro años del macrismo y ahora esta pandemia mundial” aceleran la formación de empresas asociativas y generan “niveles de concientización en un montón de sectores y organizaciones que ven que nuestro formato jurídico es el que propone la mejor distribución del ingreso, las mejores condiciones laborales, que también da democracia y participación y, en momentos de crisis, no hace ajuste con los trabajadores sino que hace esfuerzos para sostener las fuentes de trabajo”.
Según la OIT, indicó Martínez, “la pandemia dejó excluidos a 400 millones de trabajadores en todo el mundo, demostró que el costo que más rápido elimina el capitalismo es el de los trabajadores, aunque los grandes monopolios hayan incrementado su patrimonio y continúe la concentración del capital”. En ese marco hoy “el cooperativismo es una herramienta productiva y de inclusión (de los trabajadores) que se está reivindicando en todo el mundo” dijo, y señaló: “hay otra conciencias colectiva en los sectores populares”.
Según las estimaciones del sector, la cantidad de puestos de trabajo que genera el cooperativismo argentino alcanza a 300 mil personas, y con las nuevas matriculaciones este número aumentaría.
Sin embargo, Martínez sostiene que los trabajadores de la economía social y solidaria aún siguen invisibilizados por el Estado y es necesario profundizar en el trabajo para los trabajadores cooperativistas, el sistema de seguros en ART, el sistema jubilatorio y el acceso al crédito. “Si lo discutimos ahora nos vamos ahorrar muchos años, cuando esto vuelva a una relativa normalidad”, sostuvo el dirigente de Conarcoop.
Parafraseando a Emilio Pérsico, dirigente social y actual secretario de Economía Social del Ministerio que conduce Daniel Arroyo, quien dijo que los gobiernos “nos escuchan, pero no nos ven”, Martínez afirmó que “el Estado ha abierto diferentes actores nuevos para el cooperativismo, pero falta que nos vean, y que vean que muchos de los productos o servicios que consumen los argentinos son cooperativos”. “Desde el 20 de marzo del 2020 –agregó- con el establecimiento del decreto por la pandemia, estuvimos noventa días instalando la discusión respecto a la visibilidad del sector y qué era el sector. Salvo el órgano de contralor como INAES o los locales, no había una recepción clara de nuestro formato jurídico o como trabajadores organizados en autogestión. En ese marco, tratamos de instalar, en principio, que no somos una economía de subsistencia, sino que somos una economía real que convive con el capital y tiene en muchos casos núcleos cooperativos muy fuertes que trabajan codo a codo con el Estado”.
Consultado sobre por qué no se visibiliza el sector, el presidente de Conarcoop aseguró que todavía existe una “concepción de la economía tradicional”. Remarcó que la educación en todos sus niveles no existe la formación en economía social y solidaria y olvida los 175 años de la historia que tiene el cooperativismo mundial. La crisis actual, creen desde Conarcoop, va a ser una posibilidad de dar esta discusión y posicionar al cooperativismo. “Debemos saltar los debates históricos que tenemos en el sector. Las cooperativas siempre fueron un parche del «mientras tanto», la crisis nos está dando la posibilidad de discutir que no queremos ser más una rueda emparchada, sino queremos ser una rueda real de la economía”, finalizó Martínez.