Aunque aún no fue presentado en el Congreso de la Nación, el acuerdo del gobierno nacional con el Fondo Monetario Internacional (FMI) -anunciado por el presidente el pasado 28 de enero- “puede ser pronto”. Lo señaló ayer la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, quien añadió: “va a permitir dar un principio de solución a la deuda más grande que contrajo no solo la Argentina, sino también la más grande que dio el FMI, con lo cual no es la mejor solución, es la mejor posible de un problema que heredamos del gobierno de Macri”.
En marzo, el gobierno podría recibir un primer desembolso de 7.500 millones de dólares, de los cuales 4.500 millones irán directamente a reservas del BCRA y con él se cubrirán los vencimientos de ese mes del programa Stand By contraído por el gobierno de Cambiemos en 2018.
Desde el organismo explicaron que el programa tiene tres pilares: sendero fiscal, política monetaria y reforma estructural. Sobre esta última, el FMI solicitó una reforma de fondo de los subsidios de energía.
También alineamiento de la inflación con las tasas de interés es otros de los puntos que son parte de las exigencias. Incluso ayer, el BCRA dispuso elevar en 250 puntos básicos la tasa de referencia de la política monetaria y crear la Nota de Liquidez (Notaliq) a 180 días, a fin de ofrecer un instrumento de mediano plazo para absorber la liquidez y evitar la presión cambiaria.
Hasta las elecciones legislativas del año pasado, el dólar oficial subió 1% por mes. De ahí en más 2% mensual, y en febrero el ritmo de devaluación superó el 2,5%. Para consultoras y bancos, el dólar debería terminar entre 150 y 160 pesos y el CCL (Contado Con Liqui) no debería pasar 260 pesos entonces la brecha bajaría del 100% al 60%. CCL se le denomina al cambio de pesos por dólares en el exterior vía compra-venta de acciones o títulos de deuda.
Ajuste y flexibilidad cambiaria
“Se han acumulado presiones inflacionarias en numerosos países” y habrá “repliegue de la política monetaria acomodaticia en países como Estados Unidos y el Reino Unido, donde hay casi pleno empleo y las expectativas de inflación van en aumento”, indicó en un artículo publicado este miércoles la titular del FMI, Kristalina Georgieva.
Si bien sostuvo que las economías emergentes ya se vieron obligadas a subir las tasas de interés para luchar contra la inflación, “deben estar preparados para posibles vuelcos de los flujos de capital”.
Para este escenario propuso que los países prestatarios “deberían prolongar los vencimientos de su deuda, de ser posible ya, conteniendo a la vez la acumulación de deudas en moneda extranjera”, indicó Georgieva. “Cuando los shocks se produzcan, la flexibilidad cambiaria será importante”, señaló.
La propia titular del FMI, reconoce que en 2020 se produjo la escalada más grande en un año desde la Segunda Guerra Mundial: la deuda mundial subió a 226 billones de dólares y un 60 % de los países de bajos ingresos están en una situación crítica de sobreendeudamiento.
Georgieva manifestó que “si la volatilidad es aguda, las intervenciones cambiarias pueden estar justificadas”. Los países “pueden tomar medidas para protegerse de los riesgos del sector financiero no bancario o de las escaladas en los mercados inmobiliarios”. “Claramente, todas estas medidas quizá tengan que ir acompañadas de ajustes macroeconómicos”, indicó.