La suba de precios está poniendo al descubierto la concentración de algunas cadenas de valor: energía, alimentos, transporte. Así, se puede ver -aunque parcial- la formación de los precios a través de la ganancia empresaria.
Pero hay una mercancía -equivalente- que explica aún más la causa de los aumentos desmedidos. Es el dinero y todos sus equivalentes (letras, bonos), que se valorizan permanentemente -como la suba de tasas de interés- para que las burbujas no estallen.
Se trata de una etapa imperialista, donde los capitales pelean por quién impone su moneda, es decir, su parámetro de acumulación. La suba de interés no es más que valorizar monedas, centralizar capital y corregir la tendencia a la baja de ganancias empresarias vía devaluación de costos (salarios).
Así, la salida a la crisis, para quienes conducen el destino social, no es más que salvar el capital. Como toda crisis, la vida se vuelve cada vez más complicada y las condiciones cada vez peores.
El ejemplo nacional del problema global es la renovación, con aumento de intereses permanente, de las letras en manos de bancos por parte del gobierno. Es esta la fase financiera de un sistema permanente, que pega manotazos, para no desplomarse en el aire.