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urante la tarde de este miércoles, organizaciones de derechos humanos, políticas, sindicales y estudiantiles conmemoraron la movilización del 28 de junio de 1972, protagonizada por el movimiento estudiantil, en solidaridad con un estudiante asesinado en Tucumán.
En las afueras del Colegio Nacional e Industrial, por calle Baigorria y convocados por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Río Cuarto), se reunieron militantes y referentes de los distintos espacios para recuperar aquel hecho, acontecido durante la dictadura de Agustín Lanusse y traer a la memoria aquella época, con su contexto y sucesos previos y posteriores.
Así también se reflexionó sobre la participación colectiva y la importancia de organizarse y recuperar muchas de esas banderas en la actualidad: unidad, discusión, transformación, lucha.
Época movilizada
Al calor de la Guerra Fría y a pocos meses de culminar la Guerra de Vietnam, el mundo se encaminaba hacia una de sus mayores transformaciones político-económicas. La crisis del petróleo del ´73 marcaría el fin del Estado de Bienestar y del “cuarto de siglo de oro del capitalismo”.
La instauración del patrón dólar por el presidente estadounidense Richard Nixon fue la antesala de lo que luego significó la imposición del neoliberalismo global, personificado fundamentalmente en las figuras de Margaret Thatcher y Ronald Reagan.
En nuestro país, el régimen de la autodenominada “Revolución Argentina” se caía a pedazos tras una serie de estallidos sociales y movimientos de masas (Cordobazo, Rosariazos, Correntinazo, Tucumanazos, etc) que produjeron el desgaste de la dictadura, sumada a una crisis económico-social que derivó en huelgas y moviilzaciones casi diarias en aquel 1972.
La salida electoral impulsada por el dictador, mediante la maniobra fallida del “Gran Acuerdo Nacional”, terminó capitalizando la figura de los principales dirigentes partidarios, Ricardo Balbín, presidente de la UCRP y fundamentalmente el líder justicialista, Juan Domingo Perón, exiliado en España.
Así, mientras los partidos dirimían sus elecciones internas, un paro de estatales en Tucumán derivó en el tercer “Tucumanazo”, también llamado “Quintazo”, por la Quinta Agronómica de la Universidad Nacional de Tucumán, donde se libró el enfrentamiento más abierto y frontal, acá específicamente entre estudiantes y las fuerzas del régimen.
Es en ese sitio donde el 24 de junio cae asesinado, por las armas de la dictadura, el estudiante salteño Victor Villalba.
La repercusión fue inmediata y al crimen se le sucedieron tomas de distintas universidades, el llamado a paro de distintas CGT regionales (entre ellas la de Córdoba) y la adhesión al reclamo y la lucha por parte de distintos sindicatos y organizaciones políticas.
La Coordinadora de Juventudes Políticas (PJ, UCR, DC, PSP, PDP, PC, ENA) llamó a concentrarse en todo el país el miércoles 28, al cumplirse seis años del golpe de estado a Arturo Illía, contra la dictadura, por la liberación de los presos políticas y el cese a la represión y la tortura.
El “Esquinazo”
El movimiento estudiantil de Río Cuarto vivía, por aquel entonces, momentos agitados. A la conquista que significó la creación de la Universidad Nacional de Río Cuarto (por aquel entonces funcionando en los colegios Nacional e Industrial) le siguió la lucha por el reconocimiento de sus trayectos académicos.
Dice Juan Muzzolon, militante de nuestra ciudad y miembro de la APDH:
“En Río Cuarto la situación de protesta que venían realizando los estudiantes de la Universidad del Centro y del Instituto Superior de Ciencias por el reconocimiento de sus planes de estudio, empalmó por primera vez con los nuevos estudiantes de la UNRC que vivían la incertidumbre del plan Taquini para el desarrollo de las nuevas universidades con sistemas departamentalizados.
La muerte del estudiante en Tucumán es tambien un factor de peso que sensibiliza la conciencia del estudiantado riocuartense. El día 27 se moviliza el Instituto Superior de Ciencias y al cabo de la misma el referente Antonio Tello (exiliado en 1975) lanza la convocatoria para la tarde del día 28.
El miércoles 28 de junio de 1972 se realizó alrededor de las 19:00 una asamblea estudiantil en las puertas del Colegio Nacional que congregó a estudiantes secundarios y universitarios. Tras deliberar se decidió realizar una marcha repudio hacia la Plaza Roca a raíz de los últimos acontecimientos, pero fueron interceptados por la policía a pocos metros de la intersección de 25 de Mayo y Lamadrid que los dispersó violentamente lanzando gases lacrimógenos.
Parecía que el operativo policial había rendido sus frutos porque las adyacencias de la plaza Central estaban desiertas, sin embargo en la esquina de Buenos Aires y Constitución, la Policía y el Ejército procedieron a la detención de manifestantes que habían huido de la zona del enfrentamiento.
Los estudiantes detenidos fueron 23 según el informe del Comisario Héctor San Martín de la Unidad Regional Sur que junto al Mayor Viescas del Batallón de Arsenales 141 J. M. Rojas de Holmberg, estuvieron a cargo de la represión. Al día siguiente y tras la movilización de los estudiantes, la Jefatura de la Guarnición Militar de Río Cuarto les recordaba a la población que cualquier alteración del orden público sería enérgicamente reprimida en virtud del estado de sítio”.
“Esquinazo” es el nombre con el que recientemente, a cincuentas años de ese suceso, las organizaciones decidieron bautizar aquella gesta, por ser este el nombre del bar ubicado en la esquina de Constitución y Buenos Aires, haciendo un juego de palabras entre la geografía local y la referencia a los “azos” de la época.
“Autonomía, cooperación, organización y lucha”
Consultado sobre el desarrollo de la actividad, Joaquín Albornoz, representante de la APDH, planteó que la participación fue importante y que se contó con el apoyo de la Junta Municipal de Historia, del Archivo Histórico Municipal y de la Asociación Argentina de Historia Oral.
“La demarcación de estos espacios de memoria permite interpelarnos sobre la cultura de los derechos humanos, que tiene que ver con las relaciones sociales de autonomía, cooperación, organización y lucha, que son las principales premisas a recuperar de las memorias colectivas”, dijo y agregó que “este tipo de eventos habilita un nuevo vínculo con el pasado, que nos permite reconstruir en el presente un horizonte de emancipación y lucha”.
Sobre la movilización del ´72 y la importancia de traerlo al presente, Albornoz planteó que “recuperar en clave local una oleada de insurrecciones populares que se da en todo el país nos permite cristalizar, en el relato sobre los lugares que habitamos, que acá también se articularon instancias de movilización y que la dictudura y el genocidio logró silenciar”.
1 – Muzzolón, J. (2014). Crónica militante de una lucha colectiva. Río Cuarto, Argentina: UniRío Editora
¿Por qué nadie conocía la historia del Esquinazo?
(Por APDH – Río Cuarto)
Los genocidios, además de aniquilar una fracción de la sociedad considerada como “peligrosa”, buscan destruir las relaciones sociales de autonomía y cooperación de un pueblo para instalar otras vinculadas con el individualismo y la subordinación.
Por eso no es casualidad que hoy, a 50 años de aquel suceso, recién pongamos luz a lo que denominamos como “el Esquinazo”. Porque más allá de los reclamos del momento, lo que subyacía de fondo era el compromiso social, la organización, y la empatía en pos de un foco central: el deseo de transformación. Y el genocidio que se gestó mucho antes de 1976 logró silenciar esos modos de vida.
¿Entonces?
Si queremos construir un presente con más democracia, justicia y soberanía; debemos retomar de la memoria colectiva (y subterránea) estos sucesos de construcción desde abajo (que por haber sido olvidados no dejan de ser importantes) y así; construir una ciudades inclusivas y con derechos para todxs.