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a Comisión Europea, encabezada por la alemana Ursula Von der Leyen, está dispuesta a establecer un precio máximo a pagar a Rusia por el gas que le compra. Este martes, 15 países que contienen el 65% de la población de la UE señalaron que la medida debe alcanzar a todas las importaciones, incluso las que provienen por gasoducto desde Noruega o Argelia y las que llegan en barco desde EEUU, Catar o Nigeria.
El pedido fue firmado por Bélgica, Bulgaria, Croacia, Francia, Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y España. Desde el inicio de la sanciones contra Rusia tras la operación militar en Ucrania, “la crisis energética ha empeorado” y “ahora está causando unas presiones inflacionistas insostenibles que golpean duramente a hogares y empresas”, dice la carta enviada a la comisaria europea de Energía, Kadri Simson. “El tope debe aplicarse a todas las transacciones mayoristas de gas natural” y se tiene que diseñar “de tal forma que garantice la seguridad de suministro y el flujo libre de gas dentro de Europa”.
El miércoles, sin embargo, Von der Leyen metió más presión y anunció un octavo paquete de sanciones: “un tope al precio del petróleo ayudará a reducir los ingresos de Rusia, por un lado, y mantendrá estable el mercado mundial de energía, por otro lado”.
Dijo también que “Rusia utiliza los beneficios de la venta de combustibles fósiles para financiar su trabajo”. Y es así. Las ganancias de la gasífera estatal rusa Gazprom siguen en aumento. Este primer semestre de 2022 fueron 2,6 veces más grandes que en el mismo período de 2021. Fueron de 2,5 billones de rublos o 43.345 millones expresados en dólares norteamericanos: más que el total de las ganancias de 2020 y 2021.