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ste lunes los cancilleres del Mercosur se vieron la cara en la previa a la Cumbre de Presidentes del martes. Uruguay repitió críticas que viene haciendo desde que asumió el gobierno de Lacalle Pou con respecto a “dinamizar” el bloque económico que se ha convertido en “un corset”.
Es lógico presentarlo de esa forma cuando lo que pretende es flexibilizar el compromiso fundacional y por cuenta propia empezar a firmar Tratados de Libre Comercio (TLC), con China por ejemplo, e integrarse individualmente en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) basado en rebajar barreras para el comercio entre países que integran la Cuenca del Pacífico. En febrero de 2016 lo firmaron: Vietnam, Brunei, Singapur, Malasia, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, México, Perú y Chile. Desde el Atlántico, Uruguay expresó este año su intención de sumarse. Colombia ya lo había pedido en 2018.
Al finalizar la ronda de exposiciones del lunes en Montevideo, el canciller argentino Santiago Cafiero consideró en conferencia de prensa que “cualquier Estado parte puede identificar oportunidades que el resto puede no estar viendo, si es así, tráiganlo a la mesa del Mercosur”. Tienen que presentar “los estudios de factibilidad” pero no lo han hecho, agregó.
Los demás miembros del bloque (Brasil, Paraguay, Argentina) “son países soberanos -dijo también- pero no se pueden hacer las dos cosas. No se puede tener un TLC y pertenecer al Mercosur”. Entonces Uruguay “deberá elegir”.
Tal como lo señalaron en conjunto la semana pasada, brasileros y paraguayos también están preocupados. Los unos, porque “se emprende un camino que parece ser unilateral y que, muy probablemente, podría desembocar en una ruptura”, dijo su canciller Carlos França. Así, “no estamos observando una aspiración a la futura convergencia dentro del bloque”. Los otros, porque las posiciones unilaterales “son inadecuadas”, expuso también el lunes el ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Julio Arriola. “Puede ser que solos se vaya más rápido, pero juntos vamos más lejos”.

Fue en respuesta a la exposición de su par uruguayo Francisco Bustillo quien enfatizó que “precisamos un bloque que quiera y pueda proyectarse en las grandes tendencias mundiales” pero sin precisar cuáles son, quizás dándolas en principio por obvias. Después, al exponer ejemplos, aclaró hacia dónde quiere ir: “No tenemos acuerdo con ninguna de las 10 potencias económicas y comerciales del mundo”, dijo Bustillo.
Lo que requirió fue “un gran Mercosur como aquel que en sus comienzos acaparaba la expectativa internacional”. Quizás no tome nota de que su planteo es justamente la manifestación misma de la actual expectiva internacional contra la naturaleza de aquel originario Mercosur.
Cafiero prefierió intentar rescatar el papel del Mercosur como herramienta para “desandar la tendencia a la primarización” en la economía de los países latinoamericanos. Pero los números históricos que él mismo utilizó, dicen otra cosa y quizás justifiquen la expectiva internacional sobre el desmebramiento de la cuenta del Plata, de la cual Uruguay parece su vocero.
En la conferencia de prensa mostró que desde su fundación y hasta hasta 2011 el comercio intra Mercosur creció “para luego comenzar una tendencia decreciente hasta 2020”. En 2021 y 2022, el extra-zona “cobró un nuevo impulso en un contexto de precios récord y alza de los commodities internacionales”, dijo el canciller.

Va de suyo que los PBI regionales se han movido conforme lo hiceron las exportaciones de materias primas. Si el comercio del Mercosur con el resto del mundo fue record en 2021, sumando un total de 618.000 millones de dólares, el corriente 2022 parece que lo va a superar: de enero a septiembre ya acumula 572.000 millones de dólares.
Hace dos años, la CEPAL ya había anticipado este riesgo de re-primarización de América Latina en el marco de la crisis de la economía mundial. Es decir, crisis económica en y entre los viejos países centrales y los nuevos emergentes. Caso testigo o botón de muestra, es Argentina misma: con exportaciones de origen agropecuario batiendo records, el PBI interanual registra seis trimestres consecutivos en alza. El último informe del INDEC muestra un 7% para el segundo trimestre de 2022 vs 2021.
Para el mismo período, el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) marca que la situación de pobreza de la población se agravó computando 18 millones de personas en esas condición de vida. Este último año no hace más que acelerar lo que ya era tendencia: 32,8% de la población era pobre en 2010 y 43,1% lo es 2022.
Con todo, Cafiero sostuvo: “No podemos desconocer la importancia que tiene el intercambio comercial intra-bloque en el Mercosur en materia de bienes industriales. Ello equivale a decir que el Mercosur constituye una herramienta que nos ayuda a desandar la tendencia a la ‘primarización’ de nuestras economías”.
Las diferencias datan de la última cumbre de marzo de 2021. El presidente uruguayo Luis Lacalle Pou manifestó allí que “no estamos dispuestos a que sea un corset del que nuestro país no pueda moverse”.
Si bien la iniciativa de que cada país avance en Tratados de Libre Comercio (TLC) unilaterales nunca tuvo eco, sí logró que este año se implementará una rebaja del Arancel Común del bloque integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, más Bolivia y Chile como Estados asociados.
El artículo 1° de su constitución es taxativo en la obligación de establecer un arancel externo común y la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones de Estado. Y la flexibilización uruguaya va en contra.