T
ras la segunda guerra mundial y el acuerdo de Bretton Woods, Estados Unidos hizo mundial el dólar con emisión – expansión inéditas. Llegada la «crisis del petróleo», no tuvo drama en cambiar el patrón de medida (oro) por su moneda, a razón de su espalda militar. E inundó el mundo -su mercado- con dólares conviertiéndolo así en la moneda mundial. Hizo crecer exponencialmente su deuda y convirtió -tras la desregulación financiera- los bonos del tesoro en reserva para el capital.
La pelea monetaria (por quién impone el patrón de equivalencia) es el carácter principal de esta guerra financiera. Y la inflación, que ya no distingue entre trabajadores de centros y periferias, tiene que ver con el carácter monetario de la etapa actual.
Cada modificación del precio de esos equivalentes, mueve todos los indicadores que dejan a la vista que los resguardos del viejo Estado Nacional (como su moneda) han quedado de otros tiempos.
Bajo esta lógica es que se puede explicar hasta por qué los salarios cada vez rinden menos a fin de mes. Y por qué las jubilaciones son una reserva para la valorización del capital.
Tamaña crisis, nos obliga a que si no se construye organización y movimiento para el poder, los ciclos serán solo quejarnos de ver la espalda de la inflación.