C
alificado como “histórico”, se firmó el acuerdo para la reactivación de la Planta de Industria de Agua Pesada (PIAP) ubicada en Neuquén y paralizada en su producción desde 2017,
“Este es el triunfo de una lucha inacabable de los trabajadores y de todo el pueblo”, aseguró el secretario Adjunto Nacional del ATE, Rodolfo Aguiar.
En el acto de firma realizado en Buenos Aires, estuvieron el Ministro de Economía, Sergio Massa, el actual gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, su sucesor electo y actual diputado nacional, Rolando Figueroa, la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Serquis, la secretaría de Energía, Flavia Royón, entre otros funcionarios.
Aguiar explicó que “se trata de una de las plantas con mayor capacidad de producción de este insumo en el mundo” y detalló: “No sólo se podrá abastecer con agua pesada a las centrales argentinas, sino también ofrecer al mercado internacional siendo una nueva fuente de divisas”.
Actualmente, la planta industrial cuenta con una cantidad mínima de operarios que realizan tareas de mantenimiento sobre las maquinarias e infraestructura que evitan su deterioro a niveles irrecuperables. Sin embargo, los 6 años que lleva detenida provocaron que necesite un nuevo tratamiento para que pueda volver a producir.
Es por eso que se firmó esta inversión de 20.000 millones de pesos, que incluye la incorporación de 150 trabajadores, que prevé tener a la PIAP en óptimas condiciones para el 2025. A partir de ese momento, comenzará la importación de insumos necesarios para la elaboración de agua pesada, destinada para las centrales Atucha I y II, como también para ser exportada. Su capacidad de producción se calcula en 200 toneladas por año.
La parálisis e intento de “desguace y vaciamiento”
Rubén Méndez, trabajador de la PIAP y Coordinador de ATE del Sector Nuclear, aseguró que “para nosotros esta situación es un hito importante, ya que hasta ahora teníamos una falta de certezas con respecto a nuestra fuente de trabajo. No sabíamos qué iba a ser de nuestro futuro, y esta conquista fue fruto de una lucha muy larga que venimos dando desde hace muchísimo tiempo”. Recordó que “el Gobierno de Macri, a través de sus funcionarios, aplicó una política de desguace y vaciamiento de la planta de agua pesada que nos llevó de alrededor de 450 trabajadores en 2017 a 84 para el año 2019”.
Méndez afirmó que “fue una época de políticas absolutamente destructivas para la planta en la que intentaron llevarse equipamientos, sacar elementos y materiales, nos empezaron a pagar en cuotas congeladas los salarios y los retiros voluntarios”.
Antecedentes
PIAP fue puesta en marcha en 1993 para producir el agua pesada necesaria para el funcionamiento de las centrales nucleares argentinas.
La planta es propiedad de CNEA y está operada por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), una sociedad conformada entre la CNEA y Neuquén, que tiene la mayoría accionaria.