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omenzó ayer en París la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial que fuera impulsada en noviembre de 2022 por el presidente de Francia, Emmanuel Macron. La convocatoria apunta poner en la agenda oficial el debate sobre la necesidad de refundar el sistema financiero instaurado en 1944, en Bretton Woods. Unos 100 jefes de Estado, líderes empresariales y de organizaciones civiles participaron de las ponencias y debates que terminan hoy. Entre ellos, los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, el brasilero Luiz Inácio Lula da Silva y el colombiano Gustavo Petro.
En medio de la crisis económica central y del encarecimiento del peso de la deuda en la economía de los países -debido a la política de centralización monetaria que impulsan la Reserva Federal de los EEUU y el Banco Central Europeo (BCE) con la abrupta suba de tasas de interés-, la iniciativa francesa se basa en el planteo realizado en la Cumbre Climática COP26 por Mia Mottley, primera ministra de Barbados.
Mottley se preguntó hace dos años, por qué los países ricos pueden pedir créditos con bajas tasas de interés (de entre 1% y 4%) mientras que para los países más pobres es de alrededor del 14%. Y propuso tres formas de cambiar el funcionamiento de la financiación para el desarrollo en los países justamente «no desarrollados».
Por eso, Macrón abrió la sesión de ayer señalando que «ningún país debe tener que escoger entre reducir la pobreza o proteger el planeta». Y abogó entonces por un choque de financiación pública con más financiación privada.
La convocatoria oficial dice que el objetivo es «analizar y dilucidar la adopción «de todas las vías y medios para aumentar la solidaridad financiera con el Sur global». Chrysoula Zacharopoulou, representante permanente de Francia ante la OCDE, estructuró el encuentro en cuatro líneas de trabajo: Proveer financiación y espacio fiscal en los países más endeudados, Fomentar el desarrollo del sector privado en los países de renta baja, Promover la inversión en infraestructuras «verdes» para la transición energética en los países emergentes, y Movilizar una financiación innovadora para los países más vulnerables al cambio climático.
Para el presidente francés, los desafíos a enfrentar ahora son la lucha contra la pobreza, la descarbonización de la economía y la protección de la biodiversidad están íntimamente entrelazadas. Llamó a los presentes a encontrar los mejores medios para abordarlos «en los países pobres y emergentes del mundo en desarrollo». Y los puntualizó: «la cantidad de inversión, la reforma integral de la infraestructura como los fondos privados, el Banco Mundial, el FMI y las instituciones públicas y privadas.»
Al final, apuntó al sector privado, acusándolo de no estar «a la altura» del reto global. «Necesitamos mucho más del sector privado», insistió, porque «hay mucho dinero ahí» y deben ponerse «al servicio del planeta».
De los LMIC que en 2020 se plegaron a la Iniciativa de Suspensión del Pago de la Deuda (DSSI), el sector privado representaba 8% de las acreencias en 2011 y el 23% en 2021. En el mismo lapso, China pasó a representar del 12% al 21% de los préstamos.
Crece la emisión de deuda
Uno de los documentos de trabajo preparados para el cónclave brinda detalles del Aumento de la Deuda Externa en Sur Global, entre 2011 y 2021.
En los Países de Mercados Emergentes (sin contar a China), la deuda externa total creció un 64% y llegó a 6.388 millones de dólares. La Deuda Pública y con Garantías Pública (PPG) de esos países contabilizó 2.936 millones y el 60% (1.746 millones) fue tomada del sector privado. La modalidad de emisión de bonos de deuda creció al punto que, en 2011, el 32% de la PPG estaba en manos de bonistas privados y en 2021 su participación subió el 45%.
En los Países de Ingresos Bajos y Medianos (LMIC), el 78% de lo que aumentó la deuda en esa década, fue de la mano de prestamistas privados. En 2021 llegaron a representar el 53% de las acreencias. Además, si en 2011 los tenedores de bonos representaban el 70% de los acreedores privados, en 2021 aumentaron su participación al 84%.