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ás que ordenar los números dentro una celda de Excel, el ajuste impuesto por el gobierno nacional es fundamentalmente para reducir la posibilidad del pueblo trabajador a luchar. Con el protocolo anti-piquetes entretienen, mientras destruyen el poder adquisitivo a niveles inéditos, dilatan paritarias, desregulan obras sociales y ponen el salario mínimo de prepo a un nivel bajísimo.
Saben bien que es el pueblo trabajador argentino uno de los pocos que puede hacerles frente. Lo dejó en claro Sturzenegger: si no podemos con las leyes les sacaremos los recursos.
Sacar los medios de vida es su finalidad. Y es la forma ofensiva de la lucha de clases de estas fracciones.
Los convites a las distintas formas institucionales (parlamentarias, judiciales) siguen poniéndonos, aún desde el criticismo, en un posibilismo cívico que ratifica la agenda oficialismo-oposición.
Librar luchas concretas, aunque parezcan chiquitas; en cada rincón, barrio, plaza, fábrica, oficina, aula; es la posibilidad real de construir huelgas que vuelvan a ponernos en el lugar central que necesitamos y que perdimos. Menos que eso, seguiremos siendo convidados al debate cívico (en redes, televisión o parlamentos), para que sigamos estirando la posibilidad, como clase, de ser protagonistas.