Este jueves, el Tribunal de Arbitraje de San Petersburgo y la región de Leningrado dispuso congelar 439,5 millones de dólares del JP Morgan en sus sedes de Rusia. Ese es mismo monto que el banco estatal ruso VTB tiene en una cuenta radicada en Nueva York y que no puede mover desde que, en 2022, el gobierno de EEUU aplicó un amplio espectro de sanciones tras la operación especial rusa en Ucrania. Esas medidas prohibieron transacciones y congelaron cuentas bancarias, propiedades inmobiliarias, acciones, bonos y otras inversiones tanto de empresas como de empresarios y funcionarios.
VTB recurrió a la Justicia rusa hace una semana para pedirle que actúe de la misma forma, advirtiendo que la banca norteamericana había decidido abandonar sus operaciones en Rusia, negándose a pagar cualquier tipo de compensación. El Tribunal ordenó también incautar todos los valores y las acciones bajo propiedad del JP Morgan en ese país.
Hace una semana también, los ministros de Asuntos Exteriores del G7 reunidos en la isla italiana de Capri, hablaron de hacer uso de esos activos para que Ucrania compre armamentos.
“El principio es simple -explicó el británico David Cameron-. Hay activos rusos congelados en el Reino Unido, en Europa y en otros lugares”. La suma se aproxima a 295.000 millones de dólares en los países allí reunidos: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y EEUU. “Es bastante obvio que algún día Rusia tendrá que pagar indemnizaciones por esta invasión ilegal. Mientras tanto, deberíamos utilizar esos activos”, dijo el instigador europeo de la idea.
A fines de febrero, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen lo había puesto en agenda: “El G7 debería trabajar conjuntamente para explorar una serie de enfoques como embargar propiamente los activos, utilizarlos como garantía para pedir préstamos a los mercados mundiales”. El 17 de abril, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, advirtió que de hacerlo, se enfrentan a un “obstáculo legal muy grave”.
Las economías europeas ya están resentidas por el aumento del costo energético tras el cierre de las tuberías rusas gas, aunque no dejan de importarlo por vía marítima. Además, escuchan bien de cerca el cruce de artillería.
JP Morgan demandó también a VTB ante el Tribunal Federal de Manhattan, exigiendo que ponga fin a su reclamo. Cuando en 2008 abrió allí cuenta -dice la entidad- aceptó los términos regidos por las leyes estadounidenses.
VTB, segundo banco más importante de Rusia tras el Sberbank, acaba de informar que sus beneficios netos del primer trimestre del año cayeron 16,8% respecto al año anterior: 1.600 millones a 1.330 millones de dólares.
En respuesta a las sanciones de EEUU, la Unión Europea y el Reino de la Gran Bretaña, el gobierno ruso decretó también en 2022 que para irse del país con sus activos, los bancos extranjeros requieren el visto bueno de la presidencia. De los 45 existentes entonces, 7 lo obtuvieron. Entre ellos Mercedes-Benz Bank, Ikano, J&T e Intesa. JP Morgan y Goldman Sachs también se quieren ir. Otros, como Citigroup, UniCredit de Italia y Raiffeisen Bank International de Austria, decidieron continuar.
El año pasado, el banco estatal Otkritie hizo una denuncia similar contra Goldman Sachs y la Justicia dictaminó la incautación de 36 millones de dólares.
Lo mismo sucedió con 204 millones de dólares de Volkswagen, tras la demanda de su socio ruso Gaz Group. Finalmente los activos fueron descongelados cuando VW vendió su actividad a Avilon, una de las mayores concesionarias del mercado ruso.