Entre 2020 y 2022, las corporaciones de la industria armamentística recibieron 959.000 millones (USD) en financiamiento ya sea de bancos, compañías de seguros, fondos soberanos estatales, fondos de pensiones y entidades públicas. Los principales fabricantes son de origen norteamericano y los principales inversores también.
Son las corporaciones que gestionan Fondos Comunes de Inversión (FCI) –y no ya los bancos– quienes absorben recursos de todo el mundo, lo centralizan y lo colocan como capital en las empresas de armas. Igual que con la industria, la sede principal de estas finanzas globales es Wall Street (Nueva York).
El gasto militar en veinte años se duplicó y sobre todo desde que iniciaron las operaciones en Ucrania y en Gaza. Lo mismo -obviamente- ha sucedido con el mercado de capitales para esos fines: de algún lugar tenía que salir el desembolso para apalancar la actividad.
El 70% (660.000 millones USD) fueron recursos captados en la bolsa vía la compra-venta de acciones de estas compañías productoras. Su precio fue justamente lo que subió con creces una vez iniciadas las operaciones en Europa y en Oriente Medio. Otro 19% provino de créditos, 11% de suscripción de valores (son títulos de cada empresa colocados a clientes por intermedio de bancos) y 1% por bonos emitidos por cada compañía.
Todas las cifras corresponden a la base de datos de www.bancaarmada.org, una iniciativa que nació en 2006 para denunciar públicamente a las instituciones bancarias que financian la industria militar, sistematizadas en el informe “Financiar la Guerra”. “Es más que probable -aclara la entidad- que estas cifras sean solo un mínimo del total del que mueve la industria, pues no hay un registro público específico y se trata de datos dispersos rastreados entre estados contables y financieros de las empresa productoras, de las prestamistas y de las administradoras de fondos que los ofrecen al público”.
Entre estas últimas, las que más recursos captaron en fondos comunes de inversión en Defensa son: Vanguard, State Street, BlackRock, Capital Group, Bank of América, JP Morgan Chase, Citigroup, Wellingtoon Management, Wells Fargo y Morgan Stanley. Suman en total casi medio billón de dólares (464.000 millones). Lo importante es que las financieras con sede en New York explican la mitad del capital captado para la industria de las armas. Obvio que cobran por ofrecerlo y colocarlo, y obtienen dividendos también si las acciones suben.
Muy lejos de sus pares europeos, franceses, alemanes y británicos sobre todo: 78.000 millones de dólares, el 8% del total mundial.
Las acciones
Desde febrero de 2022 a abril de este año, las acciones de Lockheed Martin cotizaron a un 12,7% más. General Dynamics +24,75%, Raytheon Technologies +45%, Northrop Grumman +17,28%, Boeing + 20,5%. Son las cinco primeras del mundo por ventas de armas, todas con la banderita del Tio Sam. Salvo Boeing, también aumentaron entre 3% y 7% su facturación anual en 2023.
Y lo que es tendencia, es el índice bursátil MSCI (elaborado justamente por la compañía financiera Morgan Stanley Capital Internacional para orientar las inversiones) del sector Defensa que creció 25% el año pasado respecto al anterior (un cuarto más de valorización vía precio de las acciones). Y el Stoxx de la bolsas europeas, un 54% también.
El MSCI, neoyorkino también, lo integran las mismas principales compañías antes nombradas y las 10 primeras explican el 76% de ese mercado bursátil (Ge Aerospace, RTX, Lockheed Martin Corp., Airbus, Boeing Co., Safran, Northrop Grumman Corp).
La evolución del MSCI desde 2020 en adelante se ve en alza. La pizarra en tiempo real marca un aumento del volumen del 20,7% desde que inició 2024 a la fecha: el día cerró con una valorización de 7.704, 11 millones de dólares. A la industria en general no le va tan bien atrayendo recursos.
El informe corrobora que 2022 marcó un cambio en el origen del capital que llega al sector. Los instrumentos de crédito, bonos y suscripciones de valores bajaron 15% mientras que la participación por acciones creció un 31%: subió el precio en bolsa, es decir, en el mercado donde no se compran bienes de uso o de consumo, sino capital.
El diario neoyorkino Financial Times ya informaba a fines del año pasado que las órdenes de compra habían crecido 10% de 2020 a 2022 en las 15 principales corporaciones del mundo: 777.600 millones contra 701.200. Y de ahí en más los gobiernos siguieron pidiendo.
Es un mercado mundial de armamentos, equipos y municiones convencionales que en 2023 llegó a comerciar por 2,44 billones de dólares. EEUU, que gastó el 37,5% de ese total, le prestó 174.000 millones de dólares a Ucrania -desde febrero de 2022 a junio de 2024- para que le compre insumos bélicos a su industria.
Inyección de capitales en la estructura productiva, quema de capitales en el campo de batalla. Y si el conflicto sigue, hay que volver a proveer. Por eso fue que el gasto militar creció más en los Estados europeos (Ver nota edición pasada) pero abultaron los balances contables y financieros en la costa de enfrente.
Y también de enfrente son los principales gestores de esos fondos: las corporaciones específicamente financieras norteamericanas lideran todos los mercados, sea el de tenencias de acciones, de préstamos otorgados, de valores suscritos o de tenencias de bonos.
Solo una Alemana se cuela entre los 20 principales. Pero solo en tenencia de bonos, que –como se vio– es el 1% del total.
Entre Obama y Biden, los demócratas pusieron en la Casa Blanca a un ministro de carrera castrense en el Ejército de ese país y de carrera privada en el directorio de esas industrias: Lloyd Austin.
Lockheed Martin suministra a Ucrania misiles antitanque Javelin, sistemas lanzacohetes múltiples Himars y misiles de defensa aérea PAC-3, más otras municiones y misiles. General Dynamics fabrica carros de combate M1A1 Abrams. RTX produce los Stinger, misiles AIM-120 Amraam, los sistemas MIM-104 Patriot y municiones de defensa aérea. Northrop Grumman, cañones automáticos y munición Bushmaster, dron RQ-4 Global Hawk. Todos probados en Ucrania.
El mundo de las finanzas tiene muchos más soldados dispersos por todo el mundo.
Lo financiero se generalizó, se expandió y se especializó como una actividad en sí misma y hay cada vez más “verdulerías” minoristas o comercios de contacto vía web cuya liquidez cotidiana depende del gran mercado mayorista central del capital, como se vio, con sede en Wall Street.
Desde Bankia, por ejemplo, dicen lo que plantea esta nota, pero mostrando la virtud de este nicho para inversores:
“La industria de Defensa […] ha tenido un mejor desempeño que el SP500 […] entonces tenemos buenas razones para echar un vistazo a esta parte de la economía y ver si vale la pena invertir ahí”.
En el capitalismo, con dinero (economía), con leyes (política) o con balas (estrategia), la guerra lo es todo.
Para comer, no hay: “La escasez extrema de alimentos está presente en el 20% de los hogares”, reconoce hasta la misma ONU.