Hace casi dos años, en una nota señalábamos que la verborragia anti-Rusia ocultaba el desmoronamiento que sufría Alemania al perder sus fuentes baratas de energía, mientras Estados Unidos lograba imponer su comercio de Gas Natural Licuado (GNL). Todo en el medio del fuego cruzado.
El año pasado, antes que Trump se impusiera en los comicios para asumir su segunda presidencia, el bloque del G7 discutía si financiar ayuda a Ucrania con activos rusos congelados.
Pero la correlación cambió. La pregunta que Trump lanzó la semana pasada desde Florida (en qué se usó el dinero enviado a Ucrania durante los tres años lleva la guerra en Ucrania), avivó la interna soterrada entre los estados del viejo continente y más aún con las reuniones celebradas en Arabia Saudita.
La urgencia de alinear filas

“He sido muy clara en que ningún acuerdo sin nosotros, sin Ucrania o sin Europa, funcionará en la práctica (…) Estados Unidos también necesita trabajar con nosotros”, sentenció a principio de semana Kaja Kallas, a cargo de la Política Exterior de la UE. Pero la reunión acordada con Marco Rubio, secretario de Estado, en Washington fue cancelada.
El miércoles, los 27 mandatarios de la UE mantuvieron una videoconferencia convocada y presidida por su Presidente de Consejo, António Costa. Los temas fueron dos. La preparación de un nuevo fondo de ayuda económica y militar para Ucrania, que será tratado en un Cumbre el próximo 6 de marzo; y la necesidad de aumentar los presupuestos para el gasto militar, no ya de la OTAN sino de las fuerzas militares europeas. Úrsula von der Leyen, Presidenta de la Comisión, declaró que el aumento implicará ‘dinero común’ pero no más deuda.
Continuing to work on close European coordination, today president @EmmanuelMacron debriefed EU leaders on his meeting with @realDonaldTrump earlier this week in Washington.
Very useful to prepare our special European Council on 6 March, where we will take decisions on our… pic.twitter.com/4RRCIJ4vgm
— António Costa (@eucopresident) February 26, 2025
Un día antes, Costa había mantenido en Budapest una reunión con el díscolo primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, que se mantiene reticente a continuar financiado la escalada bélica, en línea con los planteos de Trump.
Quienes sí definieron un aumento del PBI para el gasto militar fue el gobierno de Reino Unido. Keir Starmer, primer ministro, aseguró que la decisión es necesaria para Europa y Ucrania. También explicó que los fondos para el aumento (del 2,3% al 2,5%) provendrían de recortes a programas de ayuda humanitaria. El dato de color es que desde la ‘Guerra fría’ los anglosajones no destinaban tal porcentaje a gasto militar.
Más allá de los números
Según el Instituto de Economía Mundial (IfW Kiel) la UE ha enviado 132.000 millones de euros frente a 114.000 millones de euros enviados desde Washington. Este dato que, en principio, busca desmentir las declaraciones de Trump, no por ello deja de mostrar el negocio que la guerra significa para muchos sectores.
Es lo que podemos apreciar, también, en las negociaciones bilaterales que mantiene EEUU con Ucrania. Su presidente, Volodimir Zelenski, reconoció públicamente que se trata de un fondo de inversión conjunta sobre los recursos naturales y las tierras raras del país eslavo. Si bien aclaró que todo se encuentra en una instancia ‘preliminar’, lo que no deja dudas es que Estados Unidos busca recuperar lo invertido en la guerra.
Ayer jueves, en la reunión bilateral que reunió a Starmer y Trump, éste último volvió a ratificar que la “base de la futura relación” entre EEUU y Ucrania es un acuerdo sobre los minerales y recursos ucranianos.

Alcanzados los acuerdos, a votar
‘Dramática’ fue lo que publicó la BBC luego de la votación en la Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia y Estados Unidos aunaron posiciones.
La enmienda presentada el lunes por Kiev, simbólica, procuraba declarar a Rusia como invasor y reafirmar la soberanía ucraniana sobre los territorios ocupados hoy por el ejército moscovita.
EEUU y Rusia votaron en contra de la enmienda. China, que estuvo de acuerdo con las delegaciones de Francia y Reino Unido para extender la sesión y llegar a un acuerdo, finalmente se abstuvo.
Argentina no apoyó la enmienda de Ucrania
En su alineación férrea con la gestión Trump, el Gobierno nacional pasó de recibir con honores al presidente ucraniano en su asunción a abstenerse de votar un documento donde Rusia es declarada como invasor e instaba a devolver las zonas ocupadas.
Entre el rechazo de EEUU y lo propuesto por el documento, Argentina alzó la mano por las abstención. Hace casi un año atrás, el presidente Javier Milei había recibido ‘La orden de la Libertad’ por su compromiso con la soberanía ucraniana. La condecoración había sido en el marco de la Cumbre Global por la Paz, en Suiza.

“Nosotros apoyamos a Ucrania y creemos que nadie tiene derecho a invadir a otro país y acá hay claramente un invasor que es Rusia y alguien que fue invadido y atacado que es el caso de Ucrania”, había declarado Milei.
La oposición pide explicaciones
Martín Lousteau, senador y presidente de la UCR, tildó de ‘seguidismo infatil’ el viraje adoptado por el gobierno: “Lamentable el papelón de la abstención de Argentina en la Asamblea General de la ONU, validando así la invasión de Rusia a Ucrania y sus atrocidades. Haciendo un seguidismo infantil de Donald Trump en la definición de nuestra política exterior, esta postura nos aleja de nuestros valores y nos muestra como incoherentes ante el mundo”, publicó.
El diputado Julio Cobos, también de la UCR, además de reprochar la definición argentina presentó un proyecto en el Congreso para que el Gobierno explique el cambio de posición.