L
a noticia sobre el pedido de detención del Tribunal Internacional se dio a conocer en una semana que mantiene en vilo a las máximas cúpulas militares de EEUU e Israel por la operación militar que se sostiene sobre la región de Ráfah, al límite con Egipto.
Desde la Casa Blanca, Joe Biden emitió un comunicado respaldando al mandatario israelí y sostuvo que “no hay equivalencia ninguna entre Israel y Hamás”. Antony Blinken, secretario del Departamento de Estado, sin dejar de cuestionar el avance del ejército israelí sobre Ráfah y el uso de bombas pesadas, indicó que esta decisión del TPI puede complicar las negociaciones de alto al fuego. El mismo día, se producían bombardeos aéreos y combates terrestres y los tanques seguían su avance en la región de Ráfah.
Con idénticas expresiones la Cancillería argentina expresó su apoyo a Israel y señaló los obstáculos que el pedido de detención pueda provocar para “conseguir la liberación de los rehenes”, “la llegada de ayuda humanitaria y una solución de largo plazo a la crisis”.
Desde Tel Aviv, Benjamin Netanyahu y diferentes funcionarios tildaron la medida de “escandalosa”: “el Estado de Israel no es parte del Tribunal Penal Internacional ni reconoce su autoridad”, dijo Yoav Gallant, ministro de Defensa y con orden de detención.
Israel Katz, ministro de Asuntos Exteriores, sostuvo que el TPI pretende negar a su país el “derecho a la autodefensa”.
Con Palestina
Los jefes de Estado de Irlanda, Noruega y España, reconocieron a Palestina como Estado mediante un posicionamiento conjunto. “Ha llegado la hora de pasar de las palabras a la acción, de decirle a los millones de palestinos inocentes que sufren que estamos con ellos, que hay esperanza”, dijo en el Parlamento madrileño, Pedro Sánchez y defendió las protestas que estudiantes universitarios han hecho en diferentes países a favor del pueblo palestino: “A mi modo de ver, son valientes, legítimas y admirables”.