La vacunación contra el Covid 19 es la esperanza que tiene la humanidad ante las muertes, los contagios y el aislamiento producidos por la pandemia. Detrás de esa esperanza, hay una gran industria y mercado global cuya prioridad es la ganancia.
A un año y cinco meses de conocido el virus en la ciudad china de Wuhan, 711 millones de personas ya han recibido por lo menos la primera dosis de la vacuna y esto supera el 10% de la población mundial. Incluso una proyección del banco de origen alemán Deutsche Bank indica que la inmunización de más del 93% de la población mundial podría llegar este mismo año.
Pero la solución al problema está atravesada tanto por los bolsillos de las distintas poblaciones y Estados, como por la disputa entre las principales industrias farmacéuticas por sacar una mejor tajada en esta crisis sanitaria.
La foto de datos de la Universidad de Oxford muestra claramente un centro y una periferia en al acceso a las vacunas. En el cálculo de dosis cada 100 habitantes, Israel lleva 121, Estados Unidos 82 y Alemania 47. Otros países como Argentina 22 y Brasil 25, mientras que Sudáfrica no llega a 1 vacuna (0.81) por cada 100 habitantes y El Congo registra solo el 0.01.
La consultora Airfinity estimó que países como Estados Unidos (EEUU) y algunos de Europa llegarán a la inmunidad (70 % de la población vacunada) en julio. Aunque gran parte de Latinoamérica, África y Asia no alcanzarán la inmunidad colectiva antes de 2022. De hecho Sudamérica -con 301 casos por millón de habitantes- encabeza la lista mundial de contagios de Covid-19, siendo Argentina y Uruguay los más afectados.
Control de la producción
La producción tanto de vacunas como de medicamentos hace mucho tiempo es un negocio a escala mundial.
En 2019, un año antes que se desatara el Covid-19, el 90 % de las ventas de vacunas estaba concentrado en 5 grandes multinacionales: Pzifer, Merck y Gilead Sciences (EEUU), GlaxoSmithKline GSK (Reino Unido) y Sanofi (Francia).
Ese mercado había facturado 33.000 millones de dólares, como resultado de 5.500 millones de dosis comercializadas, según datos del Global Market Vaccine Report de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Lo que la pandemia hizo fue poner blanco sobre negro la velocidad del lucro de estas multinaciones para comercializar la vacuna. 5 empresas concentran el 77 % de las dosis que se aplicarán este año a más del 90 % de la población mundial, proyectó en un informe de abril de este año el Deutsche Bank. Para Covid-19, hay 12 planes industriales en plena vigencia que en conjunto producirán para este año alrededor de 15.000 millones de dosis que alcanzaría para inmunizar a toda la población mundial.
En ese grupo de fabricantes están: el laboratorio británico Astra Zeneca quien producirá 3.000 millones de dosis más 1.000 unidades en conjunto con la farmacéutica india Serum; Pfizer y su socio BioNTech de origen norteamericano, prevén distribuir también 3.000 millones de dosis. Además le sigue el grupo Johnson & Johnson, también de EEUU, con 1.000 millones dosis; la china Sinopharm (1.000 millones de dosis), la india Bharat BioTech (1.000 millones), Moderna (1.000 millones); la rusa Sputnik V (500 millones de dosis) y otras iniciativas más pequeñas como la india Zydus Cadilla (100 millones) y la china Cansino (100 millones).
Además hay 193 proyectos de vacunas en estado preclínico desde octubre del año pasado, según información de la OMS. Pero son este grupo reducido de empresas quienes ya están comerciando su vacuna y podrán inmunizar a la gran mayoría de los habitantes del planeta.
La tendencia histórica
Lo que la pandemia evidenció ya tiene muchos años de historia. En el rubro de la industria farmacéutica a nivel global, los 20 primeros laboratorios -en su mayoría provenientes de EEUU y la Unión Europea (UE)-, representaban el 60 % de las ventas de medicamentos, indicó en un informe de abril de 2019 el Instituto de Estudios sobre Políticas de Salud (IEPS) y la Asociación Agentes de Propaganda Médica de la República Argentina (AAPM).
Al igual que las vacunas, acá también se expresa una geopolítica de norte-sur, señaló el informe. Más, cuando se visualiza que muchos de esos laboratorios que hoy están produciendo y vendiendo vacunas, son los que controlan toda la cadena de los medicamentos. En ese ranking de los principales 20 laboratorios, se pueden ver a Novartis (1°), Pzifer (2°), Jonhson & Jonshon (5°) y AstraZeneca (10°).
Ya en este informe que dio luz en 2019, se puede constatar como este sector era uno de los que mayor tasa de crecimiento había tenido: en 2018 el mercado mundial de medicamentos superaba el billón de dólares estadounidenses (1.204 miles de millones) cuando en 2001 la cifra era de 390 millones de dólares.
Patentes: propiedad privada
Como se demuestra en la nota “Crónica de la mercantilización de la salud”, fue en los años noventa donde el nicho de mercado pudo también hacerse para la industria de los medicamentos.
Y para eso, la legislación de las patentes fue fundamental. Es que en diciembre de 1994, con la Ley N°:24.425, Argentina adhirió a los establecimientos de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Se llamó Acuerdo de Marrakech (Marruecos) porque allí, el 15 de abril de 1994, 123 países firmaron 20 acuerdos impulsados por la OMC en la llamada Ronda de Uruguay, ya que este plan comenzó en el país oriental (Puntal del Este) en septiembre de 1986 hasta que 8 años después lo impusieron.
Entre otros puntos, se sellaron los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), que estableció que la propiedad de una patente -llámese vacuna o medicamento- no debe expirar antes que haya transcurrido un periodo de 20 años.
Por este punto está pasando hoy gran parte de la discusión en torno a las vacunas para el Covid-19. Al caerse las patentes y ser reemplazadas por otros productos realizados por otras empresas, estos grandes laboratorios pierden márgenes de rentabilidad.
En el informe de IEPS, que toma aún más relevancia porque fue escrito con anterioridad a la expansión del virus, se plantea que se lanzan cada vez menos nuevos productos en el mercado farmacéutico y aún menos que sean realmente innovadores. Por ejemplo, entre 1989 y 2001, de los 1.035 nuevos medicamentos solo 153 eran realmente innovadores, es decir, menos de 13 nuevos medicamentos al año y esa proporción se redujo a 8 entre 1999 y 2002, menciona el informe.
También señala que en 2017 hubo 10 fármacos que perdieron la protección de patentes en EEUU de compañías como Takeda, Pfizer, Novartis, Gilead, Bristol. Esas patentes representaron 10.000 millones de dólares en 2016 y el cálculo es que cuando se expiran estos títulos de propiedad se pierden hasta el 90 % de las ventas.
Y ya en 2017 se calculaba que, por los próximos 10 años, los mercados emergentes seguirán siendo líderes del crecimiento a tasas del 14 % anual, cuando la industria tradicional asentada en EEUU, UE y Japón crecerá solo a razón del 2 y 4%.
¿Los motivos? La pérdida de ganancias de 194.000 millones de dólares entre 2017 y 2022, señala que la industria entró en un estanca- miento ya que los medicamentos biosimilares (genéricos) empiezan a desplazar a los biotecnológicos (patentados). Y son los emergentes los que producen en escala este tipo de remedios.
Las disputas
Esta pelea por quién se queda con la mejor tajada toma forma política en la lucha por liberar las patentes. Angela Merkel, canciller de Alemania, dijo el pasado 8 de mayo en una rueda de prensa que “la Unión Europea siempre ha exportado gran parte de su producción. No creo que la suspensión de las patentes sea la solución para que haya vacunas para más personas”.
Un día antes, Albert Bourla, consejero delegado de la farmacéutica Pfizer, dijo que liberar las patentes “desincentivará” a otras empresas a tomar riesgos y que va a “crear más problemas” en lugar de mejorar la situación de la cadena de suministro.
En contrapunto, y también el pasado 8 de mayo, el Papa Francisco en un concierto benéfico organizado por Global Citizen pidió por la “suspensión temporaria de derechos de propiedad intelectual» de las vacunas contra el coronavirus, a la vez que ratificó la necesidad de que haya un «acceso universal» al desarrollo científico.
Cinco días después, Gao Feng, portavoz del Ministerio del Comercio de China, señaló que China “apoya la propuesta de la OMC de suspender los derechos de propiedad intelectual relativos a las vacunas contra el Covid-19 y a otros preparados antiepidémicos y propone pasar a la etapa de consultas sobre el respectivo texto”.
En este tablero, la OMS lanzó COVAX, un Fondo de Acceso Global para vacunas Covid-19. El mismo está dirigido por la Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunización (GAVI), integrado por entes públicos y privados como la Fundación Bill, del magnate norteamericano Bill Gates, quien ya se pronunció en contra de la liberación de las patentes de las vacunas.
Hay otras fundaciones que impulsan la urgente liberación de las patentes de las vacunas contra el Covid-19. Allí se encuentran, entre otros, Médicos Sin Fronteras, la Red Latinoamericana de Acceso a los Medicamentos (REDLAM) y la Fundación GEP. Esta última financiada por la Open Society, entidad liderada por el magnate húngaro George Soros.
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