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a inflación global de precios, la reducción de sus ingresos en muchas líneas comerciales y la volatilidad en los mercados, ponen en juego la rentabilidad 2023 de los grandes bancos privados.
Si bien aumentan sus ingresos por los créditos otorgados, debido a la sostenida suba de la tasa de interés de referencia de los principales bancos centrales del mundo como la Reserva Federal de EEUU, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE) -y tras ellos todos los bancos centrales del mundo atados a esas monedas- esa misma política monetaria agresiva contra la inflación enfría las economías y anticipa escenarios de recesión y riesgo de impago.
La agencia de noticias Reuters ha reportado esta semana algunos de los que han implementado recortes a la planta en diferentes filiales del mundo.
Goldman Sachs retomó en septiembre su habitual política, solo suspendida por la pandemia, de achicar todos los años hasta el 5% de su personal. En octubre, el Deutsche Bank dejó vacantes incluso en sus sedes de Nueva York y Londres.
En noviembre recortaron el gigante de Wall Street, Citi Group y el banco de inversión británico Barclays (3% de la planta).
Hace unas semanas, Credit Suisse anunció un ajuste de costos por 2.680 millones de dólares, sea patrimonio o sean empleados. El 5% de su plantilla de banca privada en Hong Kong ya quedó afuera.
Bajo la presión de su mayor accionista, Ping An Insurance Group de China, el HSBC está despidiendo al menos a 200 gerentes senior en una variedad de países. Además puso en venta por 10.000 millones de dólares su negocio en Canadá sacando de su masa salarial unos 4.000 empleos. También vende su cartera de Nueva Zelanda y con el cierre 114 sucursales achica la estructura de Gran Bretaña a un tercio de lo que era en 2016.
Morgan Stanley confirmó que realizará «modestos recortes de empleos en todo el mundo».