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rimero con los salarios: la reforma laboral que no aprobó el Congreso se realizó vía el deterioro del poder adquisitivo de los salarios. Algo inédito empezó a suceder en los trabajadores argentinos: la pobreza empezó a comerse a los convenios colectivos. Fue la forma que tuvieron ciertas fracciones empresarias para disminuir su caída en la rentabilidad vía disminución del costo laboral. La pandemia funcionó como el laboratorio de esta tendencia. Ya secado los bolsillos de los activos, el plan continúa por los pasivos. No es nuevo, pero ahora se profundiza. Y también sucederá con las obras sociales. Centralización monetaria que seca bolsillos y pone todo en manos de una fracción dominante. Bajo esa pelea -su disputa- el conjunto de trabajadores intenta recomponer posiciones para incidir en la agenda. Y a pesar de la queja -con justas razones- el problema es que no hay posibilidad de políticas populares, sin la construcción de una fuerza. El efecto Francia, que toma las calles contra la reforma previsional, puede ser un aviso. La sincronía para tomar decisiones por parte de esas fracciones dominantes, no tiene límite ni geográfico, ni jurídico, ni sectorial. Es necesario que nos planteemos la unidad en la lucha para recomponer posiciones.