E
l precio de los productos que necesitamos para vivir no reside en la voluntad de cada empresario que remarca. Los precios de los bienes de consumo de la góndola también dependen de los demás factores de la producción.
En esta etapa global y financiera, el dinero (y sus derivados) se convirtió en la mercancía principal y medida de todas las otras. A través de la imposición del precio del dinero, se establece el resto. Esta sobreproducción de instrumentos a escala mundial, convertida en deuda de los Estados es la explicación de la guerra que vivimos.
Hay tiros, es cierto. Pero el enfrentamiento principal que los produce está en el precio del dinero, con la pelea permanente por el interés que las reservas ponen como referencia. Basta ver las dos subas de la tasa que produjo el BCRA esta semana. Y basta ver las corridas cambiarias que acontecen en todo el mundo tras la política de centralización monetaria de la FED, encerrada en su propio laberinto.
El monopolio es la fracción social que controla e impone el dinero. Solo desde ahí, se puede pensar la soberanía para tener un patrón común que nos permita intercambiar lo que necesitamos para vivir.
La batalla principal es convertirnos en la fuerza social que monopolice ese instrumento.