L
os bancos, nucleados en sus distintas asociaciones, cuestionaron la corrida cambiaria, criticaron las frases de Javier Milei sobre el peso y pidieron “responsabilidad democrática”. Fueron los bancos. Nacionales y extranjeros, principales ganadores en el último medio siglo, amparados en la famosa ley de entidades financieras que endilgó la última dictadura cívico-militar.
Los bancos, que en los últimos años, acumulan vía leliq ganancias solo inmovilizando recursos. Lejos quedaron los créditos hipotecarios. Algo está pasando para que sean estas las entidades que defienden la democracia.
Y en parte la respuesta es que los Fondos Comunes de Inversión (FCI), que en algunos casos tienen activos más grandes que el PBI de algunos países, hoy disputan su rentabilidad. Y las fintech operan como su infantería.
Captan recursos vía plataformas y los valorizan.
Es la aguda lucha entre fracciones de capital lo que está pasando. Lo que hace crujir el mercado y profundizar las contradicciones.
Es tal la magnitud de esta crisis, que hasta coinciden en cierto espíritu de estabilidad democrática algunos párrafos del comunicado de los bancos con los escritos por las centrales obreras.
Es el momento de desmarcarse con iniciativa propia, para no seguir siendo espectadores de un partido que ni jugamos.