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oe Biden amplió este lunes en 140 la lista de empresas chinas a las que no se le pueden vender ni autopartes, ni insumo, ni maquinaria para fabricar circuitos integrados.
Por ejemplo, restringió la exportación de los módulos de memoria HBM de AMD y NVIDIA que trabajan junto con las GPU para inteligencia artificial (IA). Pero también también la venta de equipos hechos en otros países como Israel, Malasia, Singapur, Corea del Sur y Taiwán.
Entre las sancionadas figuran las firmas de chips Piotech y SiCarrier, y el grupo Naura Techology que produce equipos para fabricarlos.
En simultáneo, asignó a Intel una partida de 7.865 millones de dólares –proveniente del fondo de financiamiento creado en 2022 mediante la Ley de Chip y Ciencia– apoyando su plan de inversión 2030 que contempla mejoras en sus fábricas de Arizona, Oregón y Nuevo México para producir chips de punta. La firma norteamericana tiene además dos plantas en Israel, dos en China, dos en Malasia, una en Irlanda, una en Vietman y otra en Costa Rica.
El 30 de noviembre, además, aprobó la venta de armas a Taiwán por 385 millones de dólares. “Hacemos un llamado para que deje inmediatamente de armar las fuerzas separatistas”, respondió el Ministerio de Relaciones Exteriores chino. Recordó que violan gravemente el principio de una sola China, que desde 1979 y hasta ahora EEUU reconoce oficialmente y que son perjudiciales para las relaciones sino-estadounidenses y la estabilidad en la región Asia Pacífico. Lo mismo que la posible visita de Biden a Taiwán, antes de irse de la Casa Blanca.
La secretaria de Comercio de EEUU, Gina Raimondo, dijo que con las restricciones para exportar chips buscan evitar que “China avance de su sistema nacional de fabricación de semiconductores”. Y le agregó un poco de color: “…que utilizará para apoyar su modernización militar”.
Por sí, la industria china no ha desarrollado aún semiconductores tan avanzados para Inteligencia Artificial (IA) como los de Nvidia ni los equipos de punta de la holandesa ASML, para fabricarlos.
Mediante un comunicado, la Asociación de la Industria Semiconductora norteamericana señaló que “los controles de exportación deben ser estrechos y estar orientados a cumplir objetivos nacionales específicos de seguridad … Alentamos a ambos gobiernos a evitar una mayor escalada”.
Pasa que China respondió el martes en la misma línea de tecnología de punta. “No se permitirá la exportación de galio, germanio, antimonio y materiales derivados a EEUU”, informó el Ministerio de Comercio chino. Además, puso en revisión el uso final de productos de grafito. Los dos primeros se utilizan en semiconductores, tecnología infrarroja, cables de fibra óptica y células solares. El tercero, en las balas y armas. Y el grafito, en baterías de vehículos eléctricos.
En el país asiático se produce el 59,2% del germanio, el 48% del antimonio y el 98,8% del galio. “A Occidente ya le resulta difícil acceder a algunas materias primas”, señala Jack Bedder, de la consultora Project Blue. Y esta medida, agrega, «conlleva una escalada considerable de la tensión a la que ya están sometidas las cadenas de suministro”.
La Casa Blanca destacó ahora “la importancia de fortalecer los esfuerzos con otros países para desarriesgar y diversificar las cadenas de suministro críticas fuera de China”, dijo el portavoz. Un punto de coincidencia con las políticas impulsadas por Donald Trump y sostenidas por Joe Biden.
Con Biden, justamente, finaliza el ciclo de promoción tecnológica abierto por su país en 1990. Su gobierno impuso en octubre de 2022 los primeros controles sobre el comercio de chips de alta capacidad con China.
Así fue que socavaron desde entonces el orden comercial internacional e interrumpieron las cadenas mundiales de suministro, señaló ahora el chino Lin Jian, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Producto de aquella oleada expansiva, la industria de chips está concentrada ahora en Asia Pacífico con plantas de gran porte y complementarias montadas en Japón, Taiwán, Corea del Sur y China. En 2023, el 51,5% de la ventas mundiales se operaron en aquella región del globo. La consultora TrendForce reportó datos de septiembre pasado: Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) explicó el 65% de la fabricación mundial de chips en general. Le siguieron la surcoreana Samsung con 9% y UMC –también taiwanesa– con 6%. Así, TSMC obtuvo en el tercer trimestre de 2024 un beneficio neto de 10.106 millones de dólares: 54% más que hace un año.
Las restricciones norteamericanas no impidieron que Nvidia, AMD e Intel dejen de ingresar en territorio chino. Pero también otras grandes compañías occidentales de automóviles, de electrónica, de celulares, de computadoras personales. Y desde allí ensamblan y venden al mundo sus productos terminados. China es el principal parque industrial de productos electrónicos del mundo. El punto en cuestión es que no les provean de chips de punta a las propiamente chinas que después terminan dándole más vida, por ejemplo, a Huawei.
La mayor demanda de chips resulta de una mayor cantidad de dispositivos electrónicos y computadoras integradas en celulares y automóviles, por ejemplo. Pero sobre todo, por la proliferación de la Inteligencia Artificial (IA), de dispositivos domésticos e industriales que funcionan con IoT (internet de las cosas), del procesamiento de datos en tiempo real y su integración en infraestructura de redes de telecomunicaciones.