E
l bloque que puso en funciones a Javier Milei está partido. Sectores globales y nacionales (de acuerdo en todo lo que respecta a achicar el costo laboral público y privado y el gasto del Estado en la cosa pública) dirimen ahora la sintonía fina del plan económico. Lo que ya no se destina a aquellas cosas ¿en qué debe gastarse? ¿En facilitar la actividad del mercado financiero de corto plazo o en garantizar competitividad y acceso al crédito de largo a las industrias de la economía real?
La devaluación, es decir, la salida del actual ancla peso-dólar, es lo que vuelve a dirimir para quién va el caudal de agua.
Como en el mundo, no hay acá tampoco un bloque dominante homogéneo. Pasa que la irresuelta crisis capitalista ha abierto frentes de guerra -militar, comercial y política- en todos los puntos nodales del globo: acá están la segunda reserva mundial de ‘shale’ y el primer complejo portuario agro-exportador.
No son sólo recursos naturales disponibles: de su explotación devienen recursos financieros para especular y valorizar.
En medio de tal contradicción, Clarín y La Nación hacen aparecer la operación-estafa del presidente Javier Milei con la promoción de la criptomoneda $Libra. Una vez más, toda la progresía se embarcó detrás.
La campaña hace eje en el pato –por corrupto, por mal desempeño de la función pública- pero no en la boda: el programa económico en su conjunto que pilotea el broker Luis Toto Caputo, quien en un año ha emitido 93.000 millones de dólares de papeles de deuda (en manos de tenedores globales) y que representan más del doble de lo que el FMI le prestó a Mauricio Macri.
Es posible que la operación mediática provenga de las filas pro-globalistas, para correr al payaso y garantizar que siga ese plan. Es posible también lo contrario (como lo hizo la UIA hasta con Macri) y la movida sea pro-devaluación.
Esa es la situación y ese es nuestro cometido: no tomar partido ni por uno ni por otro, y coordinar las acciones de esta tercera posición: el movimiento social de protesta contra el plan económico que no nos deja vivir y sacar del Gobierno a los timbeadores. Sin Caputo, Milei es un tigre de papel. Al revés, no necesariamente.
No esperemos que su crisis se nos caiga encima y que nos saquen desorganizados a la calle, como en 2001. O nos metan ya de antemano en las urnas como en 2019.
Luchemos por conducir nuestro destino: en nuestras organizaciones, nuestras consignas, nuestras acciones.