Afines de septiembre, el Banco Central de China declaró que “las criptomonedas no son de curso legal” y que las transacciones de monedas virtuales son “ilegales” y afirmó que el Gobierno «tomará medidas drásticas contra la especulación con monedas virtuales y las actividades financieras relacionadas, con el fin de salvaguardar las propiedades de las personas y mantener el orden económico, financiero y social».
Y es que, según Bank of America, los activos digitales han alcanzado un valor de mercado global que supera los dos billones de dólares y más de 220 millones de personas en todo el mundo ya han negociado una criptodivisa o usado una aplicación basada en la tecnología blockchain.
Si bien BofA reconoce los riesgos regulatorios que pesan sobre los criptoactivos, ve en la tecnología blockchain y todas sus derivadas una promesa de rentabilidad a largo plazo demasiado atractiva como para ser desechada.
Por dar un ejemplo, el bitcóin, la gran referencia de este universo, se ha colocado ya entre los diez mayores activos del mundo por valor de mercado, codeándose con gigantes como Tesla o Facebook.
Recientemente, PayPal, una de las plataformas de pagos en línea más usadas del mundo, informó que se podrá operar con criptomonedas a través de la aplicación, comprando, vendiendo o almacenándolas en su billetera virtual.
“Estamos solo al principio del mayor cambio en las aplicaciones de la mayoría de las industrias que se producirá en los próximos 30 años” y de que “las aplicaciones creadas en esta nueva arquitectura del software estarían creciendo más rápidamente que tecnologías anteriores”, declara en su informe el banco norteamericano. “Nuestra visión es que podría haber más oportunidades de lo que suponen los escépticos. En un futuro cercano, podríamos usar la tecnología blockchain para desbloquear el móvil, comprar una acción, una casa, cobrar un dividendo o incluso para pagar una pizza”.
Hace pocos días, la Autoridad de Supervisión del Mercado Financiero de Suiza (Finma) anunció en un comunicado la aprobación la creación del primer fondo de inversión en criptoactivos del país, aunque su acceso estará restringido a inversores cualificados debido a su elevado riesgo. Este fondo invertirá principalmente en activos basados en cadena de bloques (blockchain) o en tecnología de contabilidad distribuida (ledger technology).