
La base de la Fuerza Aérea Elmendorf-Richardson en la localidad de Anchorage, Alaska, fue el sitio que reunió a Donald Trump y Vladimir Putin. La comitiva norteamericana incluyó al secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial, Steve Witkoff. Y por parte de la Federación de Rusia estuvieron acompañando a Putin, el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y el asesor de política exterior, Yuri Ushakov.
Un cese al fuego en Ucrania era el anuncio esperado por la prensa internacional. Pero el mensaje fue justamente el orden en que se realizaron las reuniones: primero EEUU con Rusia, luego con Ucrania y al último con la Unión Europea y la OTAN.
Tras el encuentro en Alaska, Trump declaró a la Fox News que el fin la guerra “depende realmente del presidente Zelenski lograrlo. Y también diría que las naciones europeas tienen que involucrarse un poco, pero depende del presidente Zelenski”.
El periodista de Washington Post, Max Boot, se deshizo en insultos contra la actitud del presidente norteamericano para con el ‘dictador’ ruso. Lo que su artículo publicado en La Nación confunde y, por lo tanto, tampoco explica es que la reunión expresa que la lucha no es del país Estados Unidos contra el país Rusia y sus aliados en China; la interna planetaria enfrenta a globalistas del capital financiarizado contra líneas soberanistas, nacionalistas y/o industriales que han cosechado graves consecuencias para sus intereses en el llamado auge neoliberal.
Otra nota publicada en el mismo medio argentino, insiste en subrayar las ‘victorias’ del bando europeo porque logró ‘imponer’ condiciones a Washington. Pero aún manteniendo el análisis sobre las declaraciones de cada mandatario de los estados nación europeos, la situación no indica que sean los que lleven la batuta.
En el encuentro en la Casa Blanca, a la vista de todos los visitantes del viejo continente se encontraba un mapa que mostraba los territorios ucranianos hoy ocupados por el ejército de Rusia. Es importante recordar que la administración republicana de Washington ya firmó un acuerdo para explotar tierras raras e hidrocarburos en esos territorios, independientemente de quien termine siendo el soberano de tales yacimientos.

Emmanuel Macron (Francia), a la salida del encuentro, se limitó a indicar la desconfianza para con las promesas rusas de un alto el fuego y Friedrich Merz (Alemania) manifestó que “no se puede discutir un tratado de paz que tome semanas bajo las bombas”. Trump reafirmó la decisión de no enviar tropas a combatir al frente ucraniano, contrariamente a “Francia, Alemania, Gran Bretaña, que quieren enviar tropas al terreno”, dijo. También manteniendo su posición inicial, el portavoz del gobierno chino, Mao Ning, manifestó que “China acoge con satisfacción todos los esfuerzos por alcanzar una solución pací ca a la crisis y los contactos directos entre Estados Unidos y Rusia”. Sin embargo Zelenski criticó la posición de Pekín: “No necesitamos garantes que no ayudan a Ucrania y que no la ayudaron cuando realmente lo necesitábamos después del 24 de febrero”, en alusión al inicio de los ataques rusos en 2022.
Condiciones
Serguéi Lavrov, canciller ruso, cargó contra la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por su impostura ante lo que el régimen ruso le imputa al gobierno de Zelenski: censura y prohibición de la lengua rusa en ámbitos culturales y educativos, persecución a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana canónica. “Al hablar de Ucrania –remarcó Lavróv– nunca ha pronunciado la expresión ‘derechos humanos’ en todos y cada uno de estos años”.
Y advirtió que el pedido de paz que proponen los gobiernos europeos “está relacionado con la concesión de garantías mediante la intervención extranjera militar en alguna parte del territorio ucraniano. Y espero sinceramente que quienes albergan tales planes, ya sea para llamar la atención o por cualquier otro motivo, comprendan que esto sería totalmente inaceptable para Rusia y para todas las fuerzas políticas sensatas de Europa”.
También apuntó contra el presidente ucraniano, acusándolo de no tomar en serio la posibilidad de iniciar conversaciones de paz.
Los aranceles también

La otra guerra, la de aranceles, con la que Trump también logró sentar a los diferentes actores globales, fue otro de los temas abordados en la bilateral EE.UU.-UE. Los productores europeos recibirán un arancel del 15% (el primer anuncio imponía el 30%) y la UE deberá comprar 750 millones de dólares en energía (GNL, petróleo y energía nuclear) y unos 40.000 millones en chips de inteligencia artificial para centros de datos europeos. También deberán comprar equipamiento militar yanqui en pos de fortalecer la OTAN. Esta medida, casi obligada para Europa, es otra muestra de dónde ha quedado ubicada en el escenario en curso y sus posibilidades reales de influir en los acontecimientos.