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os precios globales siguen en alza, la contracción económica será peor de lo esperado y los bancos centrales endurecen su posición de centralización monetaria: los de EEUU, Europa e Inglaterra subiendo la tasa de interes y frenando la actividad que dará como resultado un PBI más chico de lo esperado en 2022. Prefieren retirar dinero de la calle para poner a resguardo el capital valorizándolo (subiendo solo su precio) en la bolsa o mercados de capitales. Ese es el manual que sigue el resto de los países, incluso el gobierno argentino que en la semana pasada subió la tasa por sexta vez consecutiva. Rusia actúa bruscamente también, pero en sentido contrario.
El Banco Mundial advierte sobre la estanflación de los años 1980 y el FMI azuza la crisis como oportunidad para unificar todas las economías en una. Sugiere a los países que no pongan topes nacionales a los precios internacionales, que no apliquen reducciones generales de impuestos y que utilicen la renta extraordinaria de los sectores beneficiados para inyectar ayudas temporales focalizadas en los sectores de menores ingresos. Para los países dependientes de alguna de las monedas fuertes que acaban de volver a aumentar su precio, eso se traduce en mayor deuda y más cara.
En EEUU la inflación general de mayo llegó al 8,6% anual, su nivel más alto desde 1981. Los alimentos en particular, 12% y la gasolina cerca del 49%. La Reserva Federal de EEUU (FED, su banco central) “no tiene más remedio que aumentar las subidas de los tipos de interés infligiendo más daño a la gente”, opinaba días atrás Gina Chon, para la agencia de noticias Reuters. Pasa que además la medida encarecerá los saldos de las tarjetas de crédito y las hipotecas, por ejemplo.
Y así fue. Con una “inflación más alta de lo esperado”, el miércoles de la semana pasada, la FED elevó la tasa de interés de referencia a 1,75% y proyectó llevarla a 3,4% a fin de año. “Claramente, el aumento de 75 puntos básicos de hoy es inusualmente grande», dijo también su titular, Jerome Powell. “No es una opción. La demanda está aún muy caliente y pensamos que se justificaba una acción fuerte (…) para restaurar la estabilidad de precios”.
Ese miércoles, el Banco de Canadá también subió su tasa directriz por segunda vez consecutiva del 1% al 1,5%, contra una inflación que también es récord en 30 años: 6,8 % en abril.
Un día después, hizo lo propio el Banco Central de Inglaterra (BoE). La subió por quinta vez llegando al 1,25%, interés nunca visto desde enero de 2009. La inflación anual también batió allí el record de los últimos 40 años, llegando al 9% en abril y esperando que sea del 11% en octubre.
El mismo día, lo anunciaron también Suiza y Hungría. En el primero, la tasa de interés es negativa y no era ajustada desde 2007: pasó ahora de -0,75% a -0,25%. En Budapest, la subieron 50 puntos básicos a 7,25%. Como el resto, los directivos anticiparon que habrá más retoques en el año.
El viernes, el Banco Central de Rusia fue al revés: bajó el tipo de interés de 11% a 9,5% anual y previó llevarlo al 6% en 2024. A fines de febrero y frente a las sanciones económicas que le aplicaron por el inicio de las maniobras militares en Ucrania, lo había subido al 20%.
Casi una semana antes, el Banco Central Europeo (BCE) rompió la inercia que mantenía desde 2011 anunciando una suba de 0,25 puntos tanto para los depósitos, que están en -0,5% de interés, como para la tasa de referencia que es hoy del 0%. En septiembre pasarán a valores positivos para seguir luego con “una gradual pero sostenida senda de aumentos adicionales», anticipa el comunicado del 9 de junio. En la eurozona, la inflación interanual de mayo fue del 8,1%, también un indicador récord.
Enfriar y centralizar
La FED, del BCE y del BoE dijeron que la meta es llegar a un nivel de inflación del 2% anual. Pero Christine Lagarde, titular del BCE, señaló lo medular de esta política. Es “un paso más en la normalización monetaria” de la región en torno al euro, dijo, para “evitar la fragmentación financiera” que ya vivió Europa hace una década: la convivencia de diferentes costos y rentabilidades de financiamiento, ya sea del crédito bancario como del valor de los bonos de deuda.
De hecho, junto con el ajuste de las tasas, el BCE decidió cerrar su programa de Compra de Activos Públicos (bonos de deuda, APP, por sus siglas en inglés) que aseguraba un volumen de 3 billones de euros con el que los países ya sabían que iban a financiarse. Este mismo recorte de fondos para absorver deuda fue aplicado en noviembre de 2021 por Powell en la FED.
De ahora en más, el BCE va a seguir pagando los vencimientos de los títulos ya comprados, pero comienza una política selectiva de adquisición de bonos de deuda bajo un estricto control de las finanzas de cada país.
Con el anuncio de Lagarde, cayeron las acciones de las empresas endeudadas y subieron los bonos soberanos, sobre todo los de la periferia sureña europea: +2,6% el español a diez años y +3,5% el italiano.
Ajuste
Todo este paquete resulta de la revisión de las proyecciones económicas que arrojaron más inflación y menos expansión del PBI para 2022. En la primera semana de junio, el Banco Mundial (BM) pronosticó que el PBI mundial crecería 2,9% y no 4,1%, como lo había previsto en enero. Los ajustes más importantes fueron justamente sobre la economía de EEUU y de la Eurozona. Un poco menos sobre China y menos aún sobre las periferias cuya facturación subirá por impacto de los precios de los commodities: alimentos y energía.
En línea, los directivos de la FED dieron cuenta en esta última reunión que su PBI crecerá solo 1,7% y que la desocupación de 3,6% seguirá incrementándose hasta el 4% en 2024. El BCE, que suponía en marzo que los precios iban a subir 5,1% en todo este año, dijo ahora que lo harán en 6,8% postergando la meta del 2% recien para 2024. De la misma manera retrajo el crecimiento PBI de 3,7% a 2,8%.
“Estamos en una nueva era para los bancos centrales, donde la reducción de la inflación es su único objetivo, incluso a expensas de la estabilidad financiera y el crecimiento”, apuntó George Lagarias, analista financiero y estratega de inversiones de la asesora global Mazars, describiendo lo que se viene.
Aun así, Powell aclaró el miércoles que “no estamos tratando de inducir una recesión ahora” (sic), seguramente al respecto de la economía domestica norteamericana. Pero al tratarse de los dueños del dólar, lo que haga la FED tiene impacto global.
En EEUU, la tasa de referencia es la que corresponde al Bono del Tesoro a 10 años. Al subir el interés que debenga resulta más actractivo sacar el dinero de otros activos y de otros mercados y comprar esos bonos. Así impacta por dos vías en los países emergentes y en las periferias: disminuye el flujo de dinero hacia los gobiernos y las empresas (menos oferta de dinero disponible implica que los créditos sean más caros) y reduce así la demanda mundial.
Guerra: la nueva etapa
La tensión de la competencia global es tal que la crisis ha vuelto a devenir en guerra en torno a la moneda o patrón de referencia internacional que, desde mediados de siglo pasado, es el dólar. De hecho, el FMI dio cuenta de que la participación del dólar en las reservas de los bancos centrales de todo el mundo cayó por debajo del 59% en el último trimestre de 2021. Y lo que hace la burguesía financiera americana es fijar una posición de defensa de tal condición: succionar todo lo que ande dando vueltas por otros mercados del mundo. La «normalización monetaria» de Lagarde para toda Europa, funge en el mismo sentido pero en dirección contraria.
“Los bancos centrales del mundo han reaccionado elevando las tasas de interés y retirando progresivamente los estímulos monetarios –dice el Ministerio de Economía argentino en la presentación de la reciente actualización del presupuesto nacional 2022-, lo que significó un alza en el costo de financiamiento para las economías emergentes y tensiones financieras en un escenario de elevada incertidumbre global”.
Tomar deuda afuera es más caro, el acuerdo con el FMI limita la emisión monetaria y entonces el gobierno argentino expande el mercado de capitales local emitiendo más papeles de deuda en pesos (pero ajustados por inflación o por dólar). Las Letras de Liquidación (Leliq) en manos una decena de bancos privados aumentaron en tres años a 5,3 billones de pesos: un déficit financiero equivalente a 40.000 millones de pesos que nos devuelve al inicio de este párrafo: bicicleta.
Las consecuencias de esa competencia global las padecen todos los pueblos del mundo con el encarecimiento de las condiciones de vida. Incluso en suelo norteamericano donde, según la agencia Moody’s, los hogares están gastando 341 dólares más por mes para adquirir los mismos bienes y servicios que hace un año.
La pandemia primero y el despliegue militar directo en suelo de Ucrania después, han sido los chivos expiatorios de la crisis económica y inflación global. Pero en todo caso lo que han hecho fue asentuar una tendencia que ya venía de antes y por tanto la política monetaria retractiva viene siendo cada vez más agresiva.
La FED había iniciado política de normalización monetaria en 2015, con tenues subas de la tasa -y apreciación del dolar-. Pero la retomó en forma contínua con escalones de 0,25 puntos en noviembre de 2021, cuando el presidente Joe Biden ratificó la continuidad de Powell al frente del banco central, cargo en el que fue designado en noviembre de 2017 por Donald Trump.
Desde 2008 hasta 2014 venían haciendo todo lo contrario mediante la llamada Quantitative Easing (QE, expansión cuantitativa): imprimir dólares e inyectarlos en todo mundo con plan de compra de deudas del sector público y del privado. La mega-emisión monetaria de más de siete billones (millón de millones) de dólares mediante los planes QE1+QE2+QE3+QE4 llenó el mercado mundial de liquidez y disponibilidad de dinero barato. Los bancos centrales de las principales economías -BCE, BoE, Japón- también estaban en la misma.
Al garantizar la absorción de deuda pública, su precio sube y su rentabilidad baja. Y así hace que resulten más atractivos otros activos financieros privados en todos los mercados del mundo. Un estímulo para calentar la economía pero que terminó motivando la hiperiflación de los precios de los activos financieros en las bolsas o mercados de capitales. Y de allí, el aumento de los bienes importados por las economías y su traslado a los productos de consumo masivo. Y EEUU, es el primer importador mundial.
A mediados de 2021, la inflación norteamericana que había superado el 2% se estimaba pasajera, la tasa interes de referencia estaba entre 0% y 0,25% y planteaban mantenerla así hasta 2023. Pero en noviembre de ese año el Indice de Precios registró 6,2%, inédito en tres décadas y desde entonces, mes a mes viene batiendo records.
La “operación militar especial” rusa comenzó recien tres meses después.