El Fondo Monetario Internacional publicó sus recomendaciones ante la crisis y la ola inflacionaria actual advirtiendo que es un error que los gobiernos intenten limitar el aumento global de los precios a escala nacional, ya sea mediante bajadas impositivas, topes o subsidios directos sobre determinados productos. Estas medidas crean distorciones en los precios relativos, presiones extra sobre las finanzas públicas y maquillan la realidad económica, señaló.
Por el contrario, “deberían permitir que los altos precios globales se trasladen a las economías nacionales mientras se protege a los hogares vulnerables afectados por los aumentos”, lo cual -apuntó el FMI-, es “menos costoso que mantener los precios artificialmente bajos para todos, independientemente de su capacidad de pago”.
Su receta tiene tres ingredientes:
-no poner topes a los precios
-ayudas directas y transitorias únicamente para grupos vulnerables y hogares de bajos ingresos
-evitar reducciones generales de impuestos dada la pérdida recaudatoria que ocasionarían.
En relación a los precios de la energía, por ejemplo, el FMI propone “combinar la información sobre los ingresos de los hogares con la información sobre las facturas de los servicios públicos” y “ofrecer descuentos a quienes se encuentran por debajo de un cierto umbral de ingresos”.
Respecto a las ganancias propone un impuesto centrado en las compañías con beneficios inesperados, que sirva a su vez para apoyar la cohesión social.