Flojo, anémico. Son los calificativos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el crecimiento del PBI mundial que venía de aumentar solo 3,3% el año pasado y seguirá así hasta 2025. En su último reporte de julio, la entidad señala también que ese crecimiento se “está alineando” en todas la regiones. Esa es la tendencia general bajo la cual perpetúa la pobreza. “Cuanto más tiempo estemos atascados en un crecimiento bajo, más desigual será el mundo”. Así lo dicen ellos pero sin probar con invertir la hipótesis. Por ejemplo: como hay desigualdad, el crecimiento es bajo. Así, queda despejado que el origen de la tragedia es concretamente otro.
El FMI observa señales de enfriamiento en EEUU, y en Europa registra un tenue repunte de menos de 1 punto del PBI para el año próximo. Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña terminarán 2024 casi en 0, es decir, nada de crecimiento respecto a 2023. Japón está igual. China e India, centro industrial del mundo, tiran hoy el promedio hacia arriba con 5% y 7% respectivamente. Pero hacia 2029 –prevé el Fondo–, solo crecerán al 3% anual.
La inflación general europea y norteamericana ha dejado de menguar principalmente por los precios de la energía y de los alimentos, que volvieron a niveles pre-pandemia. El reporte advierte que “los bancos centrales podrían verse obligados” a mantener altas sus tasas de interés que son determinantes para el resto del mundo: seguirán altos los costos del crédito y más altos los de las deudas ya tomadas. Así, otro tipo de crecimiento no es posible.
Si el precio de los bienes no baja, dice, “es posible que los crecientes precios de los servicios y los salarios mantengan la inflación global”. Pasa que para poder vivir, las personas necesariamente trocan sus ingresos en el mercado por bienes de consumo. Si éstos suben necesariamente van a tener que aumentar los otros. Así aparece que la actividad más cara es la humana: sea en relación de dependencia o sea en prestación de servicios.
El reciente informe de la Confederación Sindical Internacional (CSI) da cuenta de la presión cada vez mayor de los Estados y las empresas –en todo el mundo, pero sobre todo los viejos centrales–, por menguar los derechos sociales básicos de los trabajadores. El FMI muestra ahora que hay inflación más por los servicios personales que venden trabajo humano antes que por cosas industrializadas.
El otro punto crítico que señala la entidad pasa por la disposición de recursos públicos, ya deteriorados debido a que el encarecimiento del dinero (suba de tasas en los países centrales) determinó que los gobiernos destinen mayores partidas de su presupuesto a cubrir su deuda externa. Aun así, aconseja “abordar los desafíos fiscales de manera más directa” y “recomponer reservas de manera gradual pero creíble”. O sea, ajuste fiscal para recaudar y pagar.
Pero lo que pareciera solo una receta para los países que llama en desarrollo (como Argentina), no lo es tal. A julio del año pasado, la deuda total mundial sumaba 307 billones de dólares, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF). Un 24% era de los Estados y entre ellos EEUU, Japón, Gran Bretaña y Francia fueron los que más la habían engordado.
“Resulta preocupante que un país como EEUU –dice ahora el FMI– mantenga una orientación fiscal que eleva de forma constante su relación deuda/PIB, con riesgos para su propia economía y la del mundo”. En los últimos 12 meses, el Tesoro se endeudó por 2,35 billones de dólares llegando así a un total de 35 billones de dólares: 20% intragubernamental, 80% en manos privadas.
Equivale ahora al 122% del PBI. “Crece más rápido que la economía por lo que es insostenible” apuntó sin más Jerome Powell, titular de la Reserva Federal (FED, su banco central).
Al Fondo le preocupa sobre todo que las necesidades de corto plazo de la economía de EEUU sean cada vez más dependientes del mercado financiero. Como acá. Y como acá también, el pago de intereses a los acreedores (servicio de deuda) se come cada vez más partidas del presupuesto. Allá también es el segundo ítem, por encima incluso de los gastos en Defensa una y otra vez aumentados para satisfacer el envío de armas a Europa y a Oriente.
Este año, el déficit norteamericano será de 400.000 millones de dólares, según la Oficina de Presupuesto del Congreso que también proyectó que la deuda indefectiblemente aumentará en los próximos 10 años “ya que el aumento de los costos de los intereses y el gasto obligatorio superará el ajuste del gasto discrecional y el crecimiento de la recaudación”. La consultora Moody’s Analytics ha dado cuenta que por primera vez en la historia de ese país, el hogar inquilino promedio entrega el 30% de sus ingresos en alquiler.
“Con una deuda más abultada, un crecimiento más lento y mayores déficits –dice el informe del FMI– es poco lo que tiene que ocurrir para que las trayectorias de la deuda se tornen mucho más problemáticas en muchos lugares”. En lugares incluso insospechados, por lo visto.
Con respecto al comercio, también parece apuntar para el mismo lado: los países potencias que tras la guerra dieron nacimiento, en 1945, a Bretton Woods y todo el sistema multilateral actual. “El desmantelamiento gradual de nuestro sistema multilateral de comercio es otra inquietud importante. Son más los países que ahora están imponiendo aranceles unilaterales”. Así, la escalada de medidas de este tipo “distorsionará el comercio y la asignación de recursos, inducirá las represalias, debilitará el crecimiento, reducirá los niveles de vida”.
“La cooperación multilateral constructiva –concluye– sigue siendo la única forma de garantizar una economía segura y próspera para todos”. Pero eso es un nuevo sistema multilateral porque en éste nadie puede crecer. Es decir, es la nueva guerra que está en pleno desarrollo.